viernes, 1 de octubre de 2010

8. Una nueva Kristen

Estaba roja como un tomate cuando entré en casa. Tenía que intentar calmarme. Pasé de largo por la cocina, y me fijé en que, ¡Miguel estaba ahí! Mirando por la ventana. Apenas prestaba atención a un libro que tenía entre las manos y que se suponía que estaba leyendo.
-¿Te has dado el lote con ése?-me preguntó cuando pasé.
Me quedé de piedra.
-¿Estabas mirando?
-No. Es que acaba de pasar un viejo por aquí, y como tienes un chupetón en el cuello…
-¡Imbécil!-dije poniéndome las manos alrededor del cuello.
-Ya, pero, ¿por qué te lo tapas?-preguntó levantándose y poniéndose a mi lado-todo el mundo te has visto. Qué espectáculo más penoso.
Su voz mutiló mi corazón. Me sujeté el pecho mientras respiraba con dificultad. Otra vez cruel conmigo. Pero, ese tío, ¿de qué iba? Con dificultad aparté la mirada de él y decidida caminé hacia delante.
-¿Qué tenga él que no tenga yo?-me preguntó de repente.
Me quedé congelada. ¿Había formulado esa pregunta o era parte de mi imaginación controlada por mis hormonas?
-¿Qué?-exclamé patidifusa.
-Nada-dijo él.
Con cara seria subió las escaleras sin mirarme. ¿Me lo había imaginado? Fue entonces cuando vi a Violeta apoyada en el marco de la puerta de la cocina.
-Oye, ¿qué tienes con mi hermano?-me preguntó alzando una ceja.
-Le tengo asco-dije con brusquedad.
Sonrió.
-Entonces como yo-dijo-oye…
-¿Ajá?-dije poniéndome un mechón de pelo detrás de la oreja.
-Tía, ¿tienes un chupetón en el cuello???
-¡AAAh!-grité tapándome el cuello.
Subí las escaleras de dos en dos y a todo velocidad. Había sido el día más cargante de mi vida. Me metí en mi habitación, (bueno, en la de Violeta, pero voy a empezar a decir que es mía, porque si no, vaya lío) y me miré al espejo que tenía colgado en la pared, al lado del perchero. En efectivo. Había empezado a formarse una mancha lila en mi cuello, muy cerca de la clavícula. Ese IDIOTA… encima le había dicho que le daría una oportunidad… ahora sí que la había liado buena. Encima con todos los paparazzis asquerosos… sí, ¿no os había hablado de ellos? Desde la muerte de mi madre, no dejaban de perseguirme por todas partes. Oh, deseosos de saber la vida anónima de la hija de la famosa actriz, Kristen Nice. Oh, que no os lo había dicho. Mi madre es americana. Mi padre,  español. Él es director de cine. Bueno, era. Bueno, ahora lo es otra vez. Lo dejó por tres meses, pero ha empezado de nuevo, ya sabéis, ése es el motivo de su viaje a Nueva York. Mi padre intentó hacer su futuro como médico, pero tras fallar una y otra vez, se rindió. Optó por otra de sus grandes pasiones, la cinematografía. Bueno, estábamos hablando de los puñeteros plastas estos, ¿no? El caso es que están todo el día pendientes de mí. Ya han publicado en una revista, que vivo en casa del “Imbécil” de turno.  O sea, que mi secreto en el instituto se había convertido en un secreto  a voces. Suspiré. Mañana me pondría una sudadera gris con algo de cuello y llevaría el pelo suelto. Me acosté en la cama. Ya quería que fuera mañana. Aunque estuviese cansada, odiaba la hora de irme a la cama. ¿Descansar? ¿Dejar mi mente en blanco? Para nada. Era el momento de las pesadillas, de que el dolor que siempre guardaba en mi corazón se liberara y me matara por dentro.  Cuando estaba enamorada de Miguel, tenía sueños hermosos, llenos de color, ilusión, amor… ya solo veía oscuridad, y mis problemas me encerraban en una jaula que me aprisionaba y me dolía tanto... Dejé de pensar y cerré los ojos inconscientemente, en mitad de esos pensamientos negativos…


“Yeahh, It’s party in the…”
Le di una leche al despertador y me senté en la cama. Miré hacia Violeta. Ponía el despertador más bajo para que no se despertara, pero a veces tenía la impresión de que ni una bomba debajo de su cama la haría abrir los ojos.  Me froté los ojos, y con sorpresa me miré los puños. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Me las limpié sintiéndome estúpida.  Me levanté mientras me estiraba. Me vestí, y bajé a desayunar. Miguel ya estaba desayunando. Era una desgracia que cada vez que bajara a desayunar me tuviera que encontrar con su careto. Vi que me había puesto un tazón y no pude evitar quedarme en blanco.
-¿Ese tazón es para mí?
-En realidad es para el perro.
Bufé. Lo sabía. ¿Cómo había podido ser tan ingenua? Iba a sacar un tazón del armario que había debajo de la encimera cuando él habló.
-Selena.-dijo.
-¿Qué?-espeté yo con furia.
-No tenemos perro.
Me quedé en blanco de nuevo. ¿Es que acaso se burlaba de mí? ¡Claro que no tenían perro! Qué estúpida, ni si quiera me había dado cuenta de que el muy imbécil hablaba irónicamente. Me sonrojé y me senté en la silla. Me eché cereales y empecé a ahogarlos con piedad con la cuchara.
-¿Tienes a Teresa Criajo para Lengua, no?-me preguntó.
Pero que imbécil. ¿Cómo se atrevía a hablarme?
-Sí-musité muy bajo.
-Parece que se duerme en clase… siempre aprobamos la asignatura porque como se duerme en los exámenes…-dijo riéndose.
Mi cara de mustia y de sota le hizo ponerse serio y empezar a meterse cereales en la boca. Estaba yo como para bromas. De repente sentí que estaba siendo injusta con él. ¡SELENA! A ver la cabeza en su sitio. Es idiota. Es imbécil. Le odias. Me serené y me levanté habiéndome terminado el tazón.
-¿Ya te vas?
-Sí.
-¿Por qué no me esperas?
Me quedé quieta. De nuevo volvía a imaginarme frases que salían de su boca y que no me cuadraban. Dejé el tazón en el lavavajillas y le miré aún sorprendida. Iba a contestarle de mala manera cuando él sonrió. Sí. Sonrió. Era la cosa más preciosa y más hermosa del mundo. Su sonrisa. Y me la estaba regalando. A mí. Me quedé absorta y solo dos palabras salieron de mi boca.
-Sí, claro.
Se levantó y puso el tazón en el lavavajillas, justo al lado del mío. Subió las escaleras y desapareció de mi vista. Rendida completamente, empecé a ser yo de nuevo. No podía creer que le hubiera dicho que sí, encima con la cara de pánfila que debía de haber puesto. Me tapé la cara con las manos.
-Luis, Luis, Luis-dije.-¡LUIS!
Subí las escaleras y me puse rápidamente la chaqueta. ¡No me la quitaría aunque me cociera viva! No estaba dispuesta a permitir que ni los paparazzis ni mis compañeros de clase vieran ese gigantesco chupetón en mi cuello. A ver que iban a pensar. Que yo, una chica de apenas quince años, me había liado con Luis, y la había armado buena.
Salí junto con Miguel. Era la primera vez que íbamos juntos al instituto. De algún modo me sentí especial. De repente me di cuenta de lo que estaba pensando.
-Entonces, estás saliendo con ese tal Luis, ¿no?
Me volví hacia él.
-¿A ti que te importa?
-Bueno, es que si lo vas a traer a nuestra cosa, vamos a tener serios problemas con el número de camas. Aunque si vais a dormir juntos…
-¡IDIOTA!-le grité.- ¡No pienso a hacer eso!
-¿De verdad?
-¡Déjame en paz!-le grité y corrí hacia delante hecha una furia. ¡¿Cómo se atrevía el muy imbécil?!
-¡Selena!-gritó su voz a lo lejos.
¿Cómo osaba burlarse del amor que sentía? Como si fuera un simple y estúpido juego sin sentido… como si no fuera doloroso… De repente me choqué. Miré hacia arriba y vi la cara que más deseaba ver en ese instante.
-¡Selena! ¿Qué te pasa? ¿Te está molestando alguien?-preguntó preocupado.
-Sí-musité y le señalé a Miguel.
Luis puso cara amenazante y con el brazo derecho me oprimió contra su pecho. Miró desafiante a Miguel, que se paró a menos de un metro de nosotros. Observó como Luis tenía el brazo alrededor de mi cintura y como yo tenía la cabeza apoyada contra su pecho de lado, mirándole. Siguió caminando sin girarse para volver a mirarnos. Cuando oí sus pasos muy lejanos me separé de Luis.
-Gracias-dije-de verdad que no lo soporto-admití.
-¿Quieres que nos saltemos la primera clase?-me  preguntó.
-Vale-dije.
Caminamos por la calle, cogidos de la mano. Llegamos al parque, donde nos sentamos en un banco que había en frente de una fuente. Aún sentados, sentía la mano de Luis sobre la mía.
-¿Ese chico se llama Miguel?-me preguntó mirándome.
-Sí…-dije-estoy viviendo con él, seguramente ya lo sabrás.
-Le envidio-admitió sonriendo pícaramente.
-Idiota-le insulté.
-Venga, mi amor…-dijo abrazándome y dándome un beso en la cabeza.
Sonreí y apoyé la cabeza de nuevo en su pecho. Con él podía sentirme segura. Y feliz. Era algo que no podía sentir desde hace mucho tiempo. Felicidad.
-Guau, te he dejado una marca, lo siento-dijo de repente señalando mi chupetón.
-¡Ah!-grité tapándome le cuello.- ¡es por tu culpa!-le grité después.
-Bueno…-dijo mientras intentaba no reírse.
Nos quedamos un rato en silencio. Parecía como si nada existiera aparte de nosotros dos. Sin embargo… no podía olvidar ciertas cosas, y eso hacía que me sintiera tan sola… empecé a pensar en mi padre. ¿Qué estaría haciendo ahora?
-Pero… no le amas, ¿Verdad?
-¿A quién?-dije completamente desorientada.
-A ese chico. Miguel.
-¡Por supuesto que no!-enrojecí. Estaba mintiendo. Quizá no le amara ahora… pero le había amado.
-Me encanta escuchar eso…-dije atrapando mis labios.
De nuevo volvía a sentirme en shock, atrapada en su melodiosa voz, y sus  besos llenos de amor y dulzura. Me besó dulcemente. Me sentía en la gloria con él. Mordió con picardía mi labio inferior, y sentí como un escalofrío me recorría toda la espalda.
-¡Déjame en paz!-le grité apartándole mientras me reía.
El respondió a mi risa y volvió a besarme. Fue entonces cuando oí el sonido de una cámara fotográfica. Me sobresalté, y me separé de él asustada. Un hombre nos había hecho una foto.
-Mierda-exclamé.
El hombre sacó otra foto y echó a correr. Me levanté y le miré a lo lejos con cara de fastidio. No iba a tardar nada en mandar la foto a una revista. La me imaginaba los titulares de las revistas y los abucheos en el instituto.
-Vaya, por Dios-me dijo Luis acercándoseme-los paparazzis te persiguen…
-Ni que lo digas-dije molesta.
-Sólo eres la hija de Kristen Nice. Una actriz famosísima.
-Y  muerta-dije con tristeza.
-La pequeña Kristen…-murmuró Luis pasándome el brazo por los hombros.-hace poco vi un anuncio para un castin. Para una serie juvenil, rollo física o química. Podrías presentarte.
-¿Crees que tengo madera de actriz?
-De eso no estoy seguro,  pero besas de maravilla-dijo con picardía.
-No creo que por besar de maravilla me acepten  y me den un papel-dije con sorna.
-La nueva Kristen…-murmuró Luis ignorándome-suena bien.

3 comentarios:

  1. ME ENCANTA ESTA HISTORIAAAA!!! de verdad sigue asi y m gusta como escribes no te desanimes eh ;)

    :.:.MAITE.:.:

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  2. Ke fuerte paparatzzis jejej

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