18. Pétalos de Luz

-Este es tu manager.-me lo presentó el director-para triunfar en esta carrera debes tener uno, sin manager no eres nada.

-Ah-dije mirando a la señora.

El director la saludó y se fue con el resto del reparto. “Ella” era una mujer adulta. Llevaba el pelo castaño rizado y recogido en una coleta al lado y unas gafas. Iba con una falda gris y una camisa. Me miró y sonrió.

-Me llamo Carmen-me dijo educadamente y muy agradable.

Me dio dos besos. Yo le sonreí en respuesta.

-Por ahora, he recibido trabajo para hacer dos anuncios. Uno es promocionando la serie, y otro de una marca de ropa. –Me anunció sonriente.-Además… tengo una propuesta para ti.

-¿Para mí?

No me sentía muy animada en el trabajo, pero intentaba sonreír. Al fin y al cabo, tenía a Miguel… pero perder así a Luis… Estaba metida en mi mundo de colores, en los que las paredes se habían ennegrecido hasta pudrirse. Era un alivio que un pintor me las estuviera pintando. De repente empecé a fantasear con la cara de Miguel pintándome las paredes…

-Selena, ¿me estás escuchando?

-Sí, sí, claro-dije volviendo en mí.

-Pues eso. Quieren que pruebes como cantante.

-¿Cantante?-exclamé algo nerviosa-yo no canto bien.

-Ya, eso dicen todos. Pero mientras seas famosa… Tienes que hacer una canción para el anuncio de la marca de ropa. La quiero para mañana lista.

-¿Qué? Dime que por lo menos no tendré que cantarla-le rogué.

-Te contratan de cantante, si no vales, no vales, Selena-me dijo seriamente.

-Ump-dije poniéndome algo cabezota.

-Bueno, ahora a grabar-dijo ella dando una palmada.

-¿Una canción?-preguntó Miguel.

-Sí-dije mientras caminaba a su lado-no sé que voy a hacer.

Caminábamos por el parque que estaba al lado de su casa. Nunca me había fijado en que estaba lleno de cerezos. Respiré el aire fresco. Ya se acercaba el invierno.

-Bueno… puedes escribir sobre mí.-dijo sonriendo.

-No te echas tú, flores, ni nada, ¿eh?-me reí.

De repente vi un árbol que me resultaba familiar. Se me congeló la mirada. En él estaba apoyado Luis mientras besaba a Alicia. Noté que me dolía mucho el corazón. Metí la mano en el bolsillo y me tomé una pastilla. Iba a tomarme otra mientras contenía las lágrimas, pero Miguel me sujetó las muñecas y me besó en los labios para evitar que tomara el bote entero. Me lo metí en el bolsillo de nuevo, y cogiéndole de la mano me fui a otra parte del bosque. Me sentía tan mal. Y tenía tantas ganas de llorar…

-Selena…-me dijo de repente Miguel-si necesitas llorar… puedes hacerlo. Yo estaré aquí para limpiar tus lágrimas.

Dejé que rebosaran en mis ojos y le abracé.

-En el mismo árbol donde m-me besaba… ahora la está… besando a ella…-dije mientras lloraba desconsoladamente.

-Shh-dijo él acariciándome la cabeza.

Estuve así largo rato. Me separé de él y le miré con tristeza. Él cogió una de mis lágrimas y la observó en sus dedos. Luego la besó y me miró mientras sonreía.

-Cada lágrima que derramas me hace sentir más inútil-admitió-como si no estuviera haciendo bien mi trabajo.

-Lo siento-le dije limpiándome las lágrimas.

-Nada-dijo abrazándome de nuevo.

Nos sentamos en el césped, apoyados en un árbol. Abrí su chaqueta y me metí en ella alimentándome de su calor. Noté como metía sus manos  debajo de mi chaqueta y de mi camiseta.

-Están frías-dije quejándome.

-Y tú caliente-observó él.

Enrojecí. Puse mis manos en su cuello y noté como un escalofrío le recorría. Sonreí y besé su pecho.

-Ahora estamos iguales-dije.

-Supongo.

-Las luces del invierno avecinan su llegada, la dulce brisa fría atraviesa tu mirada, sólo tú me das el calor que quiero, que me llena y me aleja del invierno… Contigo me siento algo más feliz, y eso que estoy triste, es duro de admitir, las flores del cerezo no florecen en invierno, se apagan y se esconden, porque del frío tienen miedo, si tuvieran el calor que contigo siempre siento, florecerían en otoño, en verano y en invierno…-canté.

-Está muy bien-me felicitó.

-Se me acaba de ocurrir ahora-dije.-me das la inspiración.

Abracé sus manos por debajo de su camiseta y le sonreí. Nunca pensé que me tocaran me diera tal satisfacción. Siempre pensé que era algo obtuso y asqueroso. Sin embargo tenía la impresión, de que tocara donde tocara me iba a parecer bien. Me horroricé de mis propios pensamientos. ¿Qué estaba diciendo? O más bien, ¿qué estaba pensando?

-¿Qué te pasa?-me preguntó.

-Nada-dije sonriendo nerviosa.

Quitó su mano de mi barriga y abrió las piernas para que cupiera en el hueco que me dejaba. Recosté la cabeza en su pecho de nuevo. Me di la vuelta y le miré. Tenía la chaqueta con la cremallera abierta, pero no me di cuenta del frío que me entraba. El enrojeció mientras me miraba.

-¿Qué pasa?-le pregunté.

-Nada.

-Ya-dije sonriendo-eso es lo que me pasa a mí, entonces.

Ambos nos reímos. Entonces él sacó una flor de su bolsillo.

-¡Una flor de cerezo!-dije maravillada.

-Sí, hace mucho que floreció. Está algo mustia-dijo acariciando sus pétalos.

Reí y le besé. Él me respondió con un largo y apasionado beso. No pude evitar acordarme de la saga crepúsculo. Miguel era como mi Edward. Lo bueno era que no tenía que contenerse para no matarme… Puse las manos en su pecho.

-Tú me das lo que necesito… para dejar de tener frío… los pétalos se iluminan… las flores de cerezo brillan… con pétalos de luz…-dije añadiéndole más estrofas a la canción.

Me besó sin dejarme terminar. Cuando terminó de besarme sonrió.

-Eres un cabrón-le dije.

-Y tú mi princesa.

-De eso nada, yo voy más para reina-dije.

-O para peón-saltó él riéndose.

-Ja, ja, mira quién fue a hablar, el bufón de la corte.

-Umm… pétalos de luz. Un buen título, ¿no crees?

-Sí, pero aún tengo que escribirla. Y ordenar las frases para que peguen…

-Te quiero.

-¿Y eso a qué viene?

-Hay pocos chicos a los que oigas decir esto.-dijo riéndose-conserva el recuerdo. ¿Alguna vez Luis te lo dijo?

-No…

Me besó suavemente. Me pasaría la vida besándole y aún así querría más. Siempre querría más. Porque Miguel… era la persona a la que más quería…

-Yo también te quiero-dije mientras me ahogaba en sus besos.