jueves, 21 de octubre de 2010

21.El precio de la fama

Llevábamos casi diez capítulos de la serie. Me sentía feliz y tenía ganas de trabajar, aunque cuando llegara a casa me esperara el pérfido y estúpido profesor. Suspiré. Por lo menos también me esperaba mi príncipe allí. Aunque últimamente nos veíamos poco; entre que teníamos que disimular delante de sus padres, mi trabajo, mis clases, sus exámenes. Aunque viviéramos en la misma casa… estábamos tan lejos el uno del otro. Hacía ya casi una semana que apenas nos dábamos ni un beso. Nos comportábamos como simples compañeros de piso. Le echaba de menos.
Era por la noche. De repente vi un cuaderno en mi mochila. Ah. En una página tenía escrita mi dolor hacia Miguel, el primer día. Sonreí con tristeza y rompí la hoja en trocitos. La tiré a la basura y guardé el cuaderno. Había roto mi promesa… pero me sentía feliz de haberlo hecho. Había cenado con mis compañeros de trabajo, y cuando llegué a casa los pillé cenando. Seguramente Miguel habría terminando cuando antes para seguir estudiando en su cuarto. ¿Y si le hacía una visita? No le molestaría… ¿o así? Decidí no pensar en ello y salí de puntillas al pasillo. Miré por la puerta entreabierta. Estaba tirado en la cama con el libro de matemáticas tirado en el suelo.
-¿Puedo pasar?-pregunté.
-Estoy sin camiseta.-me avisó.
-Entonces…-dije.
-Pasa-dijo incorporándose y sonriéndome.
Enrojecí hasta la médula. Bueno… era como estar en la piscina, ¿no? No era tan importante… ¿o sí? Pasé con timidez y me quedé apoyada en la puerta. Levantó la mano y me indicó que me acercara. Me senté en su cama a una prudente distancia de él y me quedé mirando la colcha mientras sentía que se me subían todos los colores.
-Vamos-dijo riéndose-no es para tanto.
Me cogió de la muñeca y me atrajo hacia él.
-Hacía ya mucho tiempo que no estábamos así-me dijo.
-Solo una semana-dije tensa como un palo.
-Solo una semana…-repitió él con ironía.
Apoyé la cabeza en su pecho aún en tensión. Él soltó una carcajada, y apartándome de él se puso la camiseta del pijama.
-¿Qué tal el trabajo?-me preguntó.
-Bien-respondí estirándome algo más tranquila.-¿Y tú los exámenes?
-Estaba repasando Matemáticas-me dijo.
Ambos miramos instintivamente el suelo, que parecía un cadáver en el suelo tirado. Solté una risa.
-Ya…repasando. Yo diría más bien que lo estabas asesinando…
-Yo me cobro mis venganzas…-dijo riéndose.
Me puse seria de repente. ¿Venganzas?
-Me gustaría poner en su sitio…-dijo con una sonrisa triste-a muchas personas. Por ejemplo, a la que te hace llorar todas las noches.
Enrojecí con la culpabilidad tatuada en la frente.
-En realidad no es por él…-dije sonriendo con tristeza-es por mi madre. De pequeña cada noche me daba un beso y me dormía. Por las mañanas nunca estaba, pero podía verla en la tele, en los anuncios, en alguna que otra serie y en las películas. Después de que muriera, cada noche veía una película suya. Al cabo de  las semanas, noté como las fotos, las películas y sus cosas iban desapareciendo, poco a poco. Lo único permaneció conmigo fue una foto de mi madre en mi mesilla. Antes de irme, me fijé, que sólo quedaba un marco vacío.
-¿Qué pasó con todo?-preguntó  Miguel.
-Mi padre lo guardó todo… y la foto se la llevó a Nueva York.
-Lo siento, Selena-dijo abrazándome.
No respondí. Miguel siempre sabía lo que necesitaba. Y lo que necesitaba ahora era un abrazo… y besos que borraran los malos recuerdos. Me levantó la barbilla y me besó. Puse mis brazos en su cuello. Me recostó en la cama y nos pasamos casi una hora besándonos por todas las horas que nos habíamos perdido.


-¿Seguro que quieres acompañarme?-le pregunté.
-Claro…además a primera hora tengo Matemáticas…-dijo riéndose.
-O sea que te la quieres saltar, que no es por mí-dije fingiendo enfado.
-No te pongas tontina-dijo besándome la cabeza-sabes que sí quiero, y que eres la cosa más bonita del mundo.
-¿Cosa?-dije poniendo una mueca.
-Sí-asintió cogiéndome la mano.
Sonreí y apreté su mano cálida. Entonces vimos a una chica con el uniforme que antes usaba yo para el colegio. Me miró un instante, y casi me dio la impresión de que tenía estrellitas en los ojos.
-¡Ah!-gritó-¡Eres Selena!
-Sí.-dije confusa.
-Fírmame un autógrafo-me pidió sacando una libreta y un bolígrafo.
Le firmé un autógrafo y dedicándole una sonrisa seguí mi camino. De repente otra chica nos paró. Cuando me di cuenta tenía a casi un ejército deseoso de un autógrafo. Corrimos por toda la calle, los dos como locos y tuvimos suerte de encontrar un café donde escondernos. Nos metimos en los baños. (Bueno, obligué a Miguel a meterse en el de las chicas, pero bueno).
-¡Selena!-me dijo él enrojeciendo.-todavía me va a dar tiempo a llegar al colegio con la carrerita que llevamos.
-Ya llevamos media hora-dije mirando el reloj-sino dejan de acosarme voy a llegar tarde…
-Pues a mí me preocupa más estar en el baño de las chicas.-dijo mirando las paredes del baño con espanto.
-Cállate-dije riéndome.
Salí a hurtadillas y miré.
-Creo que se han ido-dije-vámonos.
Llegamos al estudio a la carrera. Tuvimos la mala suerte de toparnos con otra “fanática” de la serie en la que actuaba. Tuve que firmar otro autógrafo y salir corriendo. Pero por lo menos llegué.
-Pues verás cuando lances el disco.-me dijo Miguel antes de despedirse.
Le di un largo y apasionado beso.
-No me voy al fin del mundo-dijo riéndose.
-Cada vez que te vas es como si así fuera-dije mirándole.
Sonrió y me respondió al beso. Le miré mientras se iba. Entonces noté una presencia detrás de mí.
-La grabación va a empezar-me dijo Ángel con voz seca.
¿Me había visto con Miguel? Era realmente molesto. ¿Y si se había enamorado de mí? Descarté la idea. Solo jugaba. Entonces pensé en Miguel. Él también me dijo al principio que solo jugaba conmigo. Pero luego admitió que no fue así. Bufé.
-Ya voy-dije.
El precio de la fama...ay...

2 comentarios:

  1. Mama mia!! kuantas fanaticas hay ya... aunke me da pena ke se han kedado sin autografo... pero si Selena tiene ke repartir a todos un autografo tardaria un eternidad xD jajaja

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