Entrañable recuerdo ahogado en espinas. Interesantes palabras que carecen de sentido. Por lo menos para mí… ahora. Releo y releo esa frase, pero no logro encontrarle el sentido. ¿De qué sirve amar, si solo crea malos recuerdos? Que te atormentan… toda la vida. ¿De qué sirve sentir…? Si al final, todo es una vulgar mentira. El nítido recuerdo de un beso, que te rompe por dentro, al escuchar esas palabras, que rompen todo… como si nunca hubiera existido nada.
-¿Qué haces?-me preguntó Abril.
-Cortar una rosa.-respondí.
Con cuidado la cogí, procurando no cortarme con sus numerosas espinas. La siento húmeda, como si estuviera llena de rocío, tras una oscura tormenta. ¿Para qué corto una rosa? Para nada. O simplemente, para ver más de cerca, qué quiere decir la protagonista de mi libro. Pero aunque la acerco, la huelo y la toco, soy incapaz de comprender sus palabras, que como jeroglíficos para mí, yacen escritas sobre las páginas del libro de mi madre. Ella debía estar en casa, como hacía normalmente. Entraría por la puerta, y la vería tranquila, escribiendo en el ordenador, pulsando enérgicamente las teclas, como si las palabras brotaran en su mente como luz que se abre paso en la oscuridad. Seguramente se levantaría tras entrar yo, y me dejaría otro libro encima de la mesilla. Yo suspiraría, y dejaría el anterior en sus manos, mientras abría las tapas del siguiente, para sumergirme en la profundidad de sus palabras.
-Eres una chica extraña, Carla.
-Lo sé-dije acariciando la rosa y colocándola de nuevo en el rosal.
Seguimos caminando por la calle. Al fin iba a empezar el instituto, y no podía negar que estaba deseándolo. Habían empezado a aburrirme las tardes caminando junto a Abril y hablando sobre temas del colegio, lugar que no volveríamos a pisar, nunca más. Acabábamos de salir de las pistas de tenis, y llevábamos la raqueta con la funda colgada del hombro. Como era casual, había ganado los tres partidos que habíamos jugado. No me ponía orgullosa haber ganado, pues pocas cosas sentía yo más que soledad y enfado. Podía creer que formaba parte de esa etapa que se suponía que vivía ahora, o simplemente que mi carácter era así.
-¿Quieres salir esta tarde?
-Si es para hacer lo mismo de siempre…
-No, he llamado a mi primo, y dice que tiene una pandilla de chicos tan aburrida como nosotras.
-¿Qué quieres? ¿Ligar?-pregunté despectivamente.
-Acho, tía, salir, que estás de una guisa últimamente…
-Bueno, vale-respondí sin demasiado entusiasmo.
No tenía nada lo suficientemente interesante que hacer esta tarde, como para no hacer caso del plan de Abril. Ella era una chica enérgica y sin preocupaciones. Estar con una chica tan amargada y aburrida como yo debía producirle un shock. En realidad no sé por qué estaba conmigo. Sin embargo, aún me acuerdo de aquél día de otoño.
Iba caminando en silencio por una amplia calle llena de hojas. Hacía algo de frío, pero no lo suficiente como para ahogarme en unos guantes y una bufanda. Iba tranquila, sumergida en la profundidad de la música, con los cascos puestos. Entonces vi a una chica de pelo castaño y muy corto, algo menuda, que estaba encarándose con unos chicos. Observé con curiosidad, sin acercarme a la escena.
-¿Qué hacéis, idiotas? ¡Devolvedme mi raqueta!-les gritó histérica.
-¿Para qué la necesitas? Seguro que ni le das a la pelota…
-¡Claro que le doy! ¡Devolvédmela!
No pude evitar molestarme. Me acerqué a ellos. De repente el corazón empezó a latirme muy rápido en el pecho, pero no impidió que saliera a defenderla.
-¿Qué le haces?-exclamé- Suelta la raqueta.
-Pero si viene otra tenista profesional-soltó el otro gamberro.
Bufé, y con furia le quité la raqueta de las manos. Éste me cogió de la camiseta, y me levantó a diez centímetros del suelo, sin darme oportunidad de resistencia. Me tenía atrapada. Contuve el aliento mientras me miraba de cerca. Se me ocurrió la idea de morderle, pero no era lo que se decía, una buena idea, pues hace poco que había ido al dentista.
-Bueno, por lo menos eres bonita…-suspiró el chico.
No debía de tener más de tres años que yo. Le miré a los ojos con furia. ¿Cómo se permitía el lujo de tocarme? Era algo… humillante para mí.
-¡Suéltala!-gritó la chica.
Los dos chicos se rieron como hienas, mientras sentía que cada vez me costaba más respirar. Entonces me soltó bruscamente en el suelo, como si le hubieran dado un calambre. Me gustaría saber qué era lo que lo había inducido a hacerlo, pero me apresuré a respirar con desahogo, una vez que vi sus manos lejos de mí.
-¿Qué haces tratando así a mi hermana?-dijo una voz grave y amenazadora.
Miré hacia un lado. Mi hermano, un apuesto chico de unos diecinueve años, estaba en frente de mí, clavándole la mirada al chico.
-Perdona, Mark, no sabía que era tu hermana.-exclamó él.
Sentí la sombra oscura de la cobardía en su voz, y no pude evitar sonreír de asco. El chico me miró un instante, y luego a la chica, y se fueron maldiciendo en bajo. Me limpié con enojo. Había sido el momento más humillante de toda mi vida.
-Y entonces… tu hermano se apresuró a prestarnos su ayuda, como un príncipe de novela romántica…-fantaseó Abril.
-¿Cuántas veces te he dicho que no me leas los pensamientos?-repliqué.
-¡Pero si lo estabas diciendo en voz alta!-exclamó ella.
Nos reímos. Desde ese día éramos amigas íntimas. Ella se apegó a mí, y yo comencé a apreciarla. La miré un instante. Seguía siendo tan menuda como entonces, pero se había dejado crecer el pelo.
-Desde que has comenzado a leer estás filosófica. A lo mejor es malo.-comentó.
Me cogí un mechón y lo miré con detenimiento, como si no tuviera otra cosa mejor que hacer, y solté:
-¿Sabes qué? Mejor no salgo. Se me han quitado las ganas.
-Vamos, tía, no me plantes-me lloriqueó- que le dije a mi primo que le iba a presentar a una chica guapísima, y ahora no vas…
-O sea, que sí era para ligar-la acusé.
-Ump-se quejó ella.-como tú quieras, pero si en el insti te empiezan a decir ermitaña, no te quejes…
-Podré con ello-dije sonriendo.
Sin darme cuenta ya estaba en el portal de mi casa. Sí, mi casa, un chalet al que Abril le gustaba llamar “Paraíso”; rodeado de un jardín lleno de rosas. Era una gran inspiración para mi madre y un gran golpe de aromas para mí; sobre todo cuando sacaba la cabeza por la ventana, a primera hora de la mañana.
-¿Entonces te vengo a buscar a las cinco y media?
Antes de que pudiera quejarme la vi correr por la calle ignorando mi respuesta de enfado. Era una completa idiota. Y era mi amiga.
Llamé al timbre y sin preguntar me abrieron. Suspiré, como era normal, y pasé. Caminé por el jardín. Las rosas estaban espléndidas. Brillaban con diversos colores en los rosales, como sueños rezagados deseando ser soñados. Sonreí y me tumbé en el césped. Como lo había dejado por la mañana temprano, tumbada en la manta mientras pasaba con impaciencia las páginas, estaba mi libro. “Rosas”
Me encantó!
ResponderEliminarQue nanay el hermano! XD
Más cobardes los otros idiotas ¬¬
Girl
ME ENCANTA!
ResponderEliminarBueno, lo que le hicieron esos chicos no ¬¬
Pero seguro que conoce al tal Ismael ¬¬
Me gusta la imagen de ella, a ver si publicas ya, lo estoy deseando, BESOS(L)
In-cre-í-ble. Escritura: perfecta Historia: Promete, genial
ResponderEliminarMe encanta! ^^
ResponderEliminar¡Me encantó! Tienes futuro,prometedor.
ResponderEliminargracias:D
ResponderEliminarparece super interesantee, k ganas de seguir leyendoo mas!!
ResponderEliminarBaby, escribes genial, de verdad k deberias ser escritora profesional o algoo, de verdad
=)
Simplemente Increible :D ! Quiero seguir leyendo ^^
ResponderEliminarChau! :D
Ya lo leí hace tiempo! xD Pero lo he vuelto a leer! xD ajaja Que tengas muchísima suerte con esta novela! Yo intentaré comentarte más! bss!
ResponderEliminarPD: Haber cuando te conectaaas al msn!!! xDD Que tenemos que repetir la conversación esa que nos pusimos: Tu, Eva y yo ha hablar!! xD No te hablaremos en catalán!!! xDD
aaaaayyyyyy q chulo, me a encantado y me gusta mucho su hermano q majo!!! =D
ResponderEliminarpublica pronto :)
1Bso!!
gracias chicas!!! ahora publico el segunDo:D
ResponderEliminarMEEEE ENCANTA!!
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