lunes, 17 de enero de 2011

11. Sonreí...

Me desperté. Sí. Abrí los ojos bruscamente. No sabía dónde estaba pero no tardé en averiguarlo. Mi cabeza estaba apoyada en el pecho de Ismael. Al verme en semejante situación me levanté horrorizada. Pero luego, otra cosa me atormentó más, al ver mi camiseta hecha un ovillo en el suelo. ¿Yo no habría…? Suspiré de alivio al ver que aún tenía puesta la falda y los zapatos. Me dolía mucho la cabeza. No entendía que hacía yo, acostada sobre Ismael y en sujetador;  pero la idea, sinceramente, como que no me seducía mucho a recordar. Lo único de lo que me acordaba era de haberme quedado encerrada con él, dentro de aquél apestoso y pequeño cuarto lleno de estarías cubiertas de polvo y cajas. Iba a ponerme la camiseta, cuando noté la intensa mirada de alguien.
-No me mires-pedí sin girarme a observar el rostro sonrojado de Ismael.
-¡¿Por qué estás sin camiseta?!-preguntó mirando hacia otro lado.
Con poco cuidado me apresuré a ponérmela y taparle “las bonitas vistas” a mi querido espectador.
-Parece ser que ayer me enrollé con alguien-dije con sarcasmo.
-¿Con quién?-preguntó exaltado.
-Contigo…-murmuré acercándome a él.
Me miró extrañado y retrocedió. Yo solté una risotada.
-Estás extraña hoy.-murmuró.
Me levanté y estiré los brazos.
-Sí, estoy diferente. Creo que he cambiado mi manera de pensar. Ya no me importa que mi profe sea mi futuro papaíto.-me giré sobre los talones, y me tapé los ojos con la mano derecha, como si el sol me estuviera dando de frente.
-Carla…
-Ayer no pasó nada-dije con un hilo de voz que mostró todas las sensaciones que sentía en esos breves instantes.
Puse la mano en el manillar de la puerta, y observé con rabia que seguía cerrada a cal y canto. La forcé entre mis dedos pero no se movió ni un poquito. Le di una patada, y me dejé caer al suelo ocultando mi cara de su mirada.
-¿Realmente no te importa?-me preguntó.
Tardé en responder.
-Sí que me importa. Pero tengo que aceptarlo; no me queda otra…
Ismael me miró. Estábamos a una prudente distancia el uno del otro; pero por algún motivo, sentía algo de dolor, aparte del de mi situación con mi madre. No se oía nada más que nuestras respiraciones y el eco de nuestras palabras.
-Lo que pasó ayer… ¿era verdad?-me preguntó.
Sabía a lo que se refería, y habría preferido hacerme la tonta, pero no estaba yo, de humor para eso.
-No lo sé-le respondí con voz inestable.
-Los besos… los abrazos; me acuerdo de eso-me dijo mirándome a los ojos.- me acuerdo de cuando te quité la camiseta.
Cerré los ojos. No quería seguir oyendo. Pero a la vez sí.
-¿De qué más te acuerdas?
-Me pediste que parara.
Abrí los ojos. Yo no me acordaba de eso.
-¿De verdad?
-Sí.-dijo él con pesar- al segundo siguiente me dormí. Y creo que tú también.
-Interesante…-murmuré. Sonreí para mis adentros de alivio. Una parte responsable de mí me había salvado en el último momento. Me reí. Quería dejar de sentirme una jodida idiota.
-Qué fuerte, estuviste a punto de violarme…-murmuré con tono burlón.
Ismael se sonrojó hasta la médula.
-¿Violarte? Parece ser que no recuerdas la parte en la que te tiraste a mis brazos y empezaste a morrearme…
-¿Sabes? Deberías sentirte orgulloso-le dije fingiendo enfado- tú eres el primer chico al que he besado.
-Pues tú no eres la primera chica a la que he besado-dijo él mirándome con rivalidad.
-Vaya, o sea, que tienes novia…-dije intentando quedarle en evidencia y sin mostrar ningún rastro de celos.
-Para nada. La única dama en la que pienso es en vos-dijo en castellano antiguo, acomodándose a mi lado, más cerca de mí.
-¿Planeas violarme de nuevo?-pregunté con tranquilidad al ver como se alzaba sobre mí, y me dejaba a ras del suelo.
-Nunca lo he hecho-dijo él.-nunca he violado a nadie…
-¿En serio?-pregunté curiosa-mentiroso.
-Violar nunca-prometió él.
-Entonces sí que…
-¿Sí que qué?
-Sí que lo has hecho…-dije mirándole desafiante y sin ningún temor.
-Muchas bellas damas me lo han pedido…-dijo él riéndose-pero ninguna consiguió que perdiera el bello tesoro que sólo guardo para ti.
Le empujé en el pecho y le eché hacia atrás. Me levanté limpiándome el polvo de las rodillas y le miré algo molesta y avergonzada.
-¿Sabes? Abril va a flipar cuando le diga que he besado a un tipo como tú.-dije intentando alejar el tema de conversación que habíamos sacado.-me giré hacia la puerta y justo cuando iba a hacer un segundo intento de abrir la puerta...
-Abril va a flipar cuando le digas que tienes un novio como yo-dijo él atrevido.
Quedé mi mano en el pomo y comencé a temblar. Por algún motivo en especial, me sentía feliz y a la vez triste, desdichada y a la vez… eufórica. Me giré y le miré. Él abrió mucho los ojos.



Abril caminó balanceándose. Se sentía fatal. Tenía una terrible jaqueca y una gran resaca… iba pisando sin querer los cadáveres de los borrachos tirados en el suelo, y no podía parar de reír cada vez que pisaba a uno y éste gemía. Se sentía mareada. Alcanzó una botella de agua en la cocina y empezó a beberla. Poco a poco se sentía mejor. ¿Dónde estarían Carla y Sam? Salió al pasillo y sonrió. Sam encontrada. Estaba en los brazos de un chico moreno, algo delgaducho pero con su atractivo.  Ahora faltaba Carla. Caminó por el pasillo con la mente más despejada. Parecía el corredero al infierno. La fiesta había quedado como un basurero de cuerpos dormidos. Entonces vio una habitación. Era un cuarto pequeño. Se acordaba de meterse allí, cuando jugaba al escondite con su primo. Meterse detrás de la estantería y gritar al ver una araña. Sonrió de nuevo. La llave estaba puesta por fuera. La hizo girar. Entonces se quedó alucinada. Detrás de la puerta, estaba Carla con los brazos alrededor del cuello de Ismael, besándolo. Observó con rubor en las mejillas como Ismael tenía sus manos debajo de su cintura, pero parecía no notarlo. Cerró cuidadosamente la puerta, y con una sonrisa pícara dibujada en los labios, corrió dando pequeños saltos por el pasillo, en busca de su príncipe azul, y deseando besarle para despertarle de su sueño.


“-Te quiero, papá-le dije sonriente, dejando un brillante beso en su mejilla.
-Mi niña, eres la cosa más hermosa del mundo. Yo sí que te quiero.-me respondió él.
Lentamente empujaba el columpio, una y otra vez. Yo dejaba que la brisa acariciara mi rostro, el viento se llevara mi ser y que luego me devolviera a los cálidos brazos de mi padre.
-Papá… dentro de poco tiempo, no tendrás que empujarme, porque yo sabré columpiarme solita…-dije feliz.
-¿En serio? Mi niña se hace mayor…
-Pero prométeme que aunque yo pueda columpiarme sola, tú estarás siempre conmigo…
Entonces, el columpio se paró. Mi padre había dejado de empujar y me acariciaba el pelo mirando a la nada. Por un instante pensé que le había pasado algo. Pero giró su cabeza, y mirándome, dijo:
-Claro, cariño. Para siempre.”

Me columpié ligeramente. Mis piernas eran demasiado largas para ese pequeño columpio, pero mi alma era demasiado pequeña para columpiarme a voluntad. A los siete años, aprendí a balancearme entre la brisa, a animar el canto de los pájaros, pero en un trinar triste y desafinado. Me levanté y observé la dirección en la que Ismael se había marchado, fuera de mi brillante jardín. Di una vuelta sobre mí misma. No me sentía ni triste ni feliz. Me tiré en la manta que siempre había sobre la hierba, y empecé a leer el libro. Ya lo había leído; pero desde una perspectiva diferente. En ese entonces… no había besos en mi vida… no había amor… y yo… no creía en él.
“Carolina desdibujó su habitual sonrisa falsa en su rostro.
-Me he rendido ante tus palabras, y ahora estoy aquí; escuchándote como una tonta enamorada. ¿Qué más quieres?
-Por favor…-pidió él acariciando su rostro con una expresión triste- primero… olvídate de él…”
Cerré los ojos y suspiré. Alguien había pisado mi manta, y sentía como se hundía por una parte.
-Hola, David-le dije.- ¿te has quedado a dormir?
Mi pregunta iba con doble sentido, y con mala intención. Pero quería demostrarle, que ya no era una niña, que sabía perfectamente lo que pasaba cuando dos personas estaban solas en una habitación.
-No. Pero tú al parecer sí-me dijo contrarrestando hábilmente mi ataque.
-No es la primera vez-le dije con furia contenida.
Me levanté, y mantuve una mirada seria y amenazante. Entonces algo me hizo abrir los ojos, despertar. Mi madre me sonreía. Desde la cocina, con la comida ya hecha, me sonreía. Feliz. Me giré y miré sorprendida a David. Éste me miraba inexpresivo. Yo sólo intentaba cuidar de ella. Pero él la había hecho feliz. Entonces… sonreí. Enseñando todos los dientes, y con toda la alegría de mi corazón… sonreí.



11 comentarios:

  1. Me encanta!! SON NOVIOS YEAAAAAAAAAH!

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  2. ooohhh x fiiiinn me encantaaa!! :) hmmm y ese "sueño" o recuerdo o lo k sea... aish sera de ella o de su hermana :S

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  3. que boniito!!!!! jejej! qe contenta esta ahora abril! xD

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  4. Por fin!!! que felicidad!!! al fin Carla está con Ismael!!! XDDD Y que bueno que su mamá está feliz también!!! Me encantó el capítulo!! como todos los que escribes!!
    Espero el proximo
    Girl

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  5. todos felicess!! :)!! aiiiix!!! mi ismaaa wapo...jajaja

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  6. siiiiii por fiiin!!!!!!! q alegria!! lo estaba deseando xD
    escribe pronto porfa q quiero ver como sigue
    1Bsoo(L)

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  7. Ayy que bonito!! Casi lloro!!! por fin son novios y su madre ha encontrado a alguine que la haga feliz y TODOS SON FELICES!!

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  8. me encanta!
    escribe el cap. 12 prontoo

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  9. que bonitoooooooooooooooooooooooo :(:(:( me encaaaaaaanta por fin ;) !! ESCRIBE YA!! y siento no haber comentado antes pero no ha habido tiempo xD(L)

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  10. aunque me gustaría que fueran un poco más acordes con su edad, en lo referente a fiestas y tal, me gusta mucho la historia. Está muy bien escrita, y es interesante y viciosa, o sea, todo lo que tiene que ser una buena historia de amor. Creo que tienes mucho futuro como escritora :)

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