jueves, 25 de noviembre de 2010

Créditos

A mi amiga Lune, por eesa imagen tan chula que luego se me olvido colgar XD. Un besazo, este es su blog:
http://seguireviviendo.blogspot.com/

sábado, 20 de noviembre de 2010

Engañada

Me sentía mal. Estaba enfadada con Jack desde esta mañana. Me había ofrecido a estar con él el colegio, pero se ha negado en rotundo, sin dar más explicación, como si fuera una molestia. Refunfuñada, me dio por caminar sin rumbo por la calle.  Hacía algo de frío, lo cual me molestaba. Era absurdo que tuviera que abrigarme, cuando en el cielo podía sentir calor y estar a gusto. Pero no, la Tierra no era el Cielo. Y yo era humana ahora. Bueno. Por lo menos tenía la apariencia y las necesidades de una humana. Encima podía sentir esos sentimientos antes desconocidos para mí. La envidia, el odio hacia aquella chica… me regurgitaba por dentro. Y el caso es, que desconocía el motivo. Quizá sentía que de algún modo, le robaba un pedazo del corazón de Jack. A los pocos minutos observé con pesar,  que el corazón del hijo del Señor no me pertenecía. Me aturullé, y me senté en un banco con un suspiro. Sentía que mis sentimientos humanos podían conmigo. ¿Antes los tenía? Sí, pero no con tanta intensidad. Estar en la piel de un cuerpo humano, me hacía sentir todo lo que vivían ellos. No podía ignorar tranquilamente lo que sentía como lo hacía cuando era un ángel.  De repente descubrí que tenía que cerrar los ojos para no derramar lágrimas de impotencia y tristeza. Me abracé las piernas buscando consuelo. Entonces me fijé en una pequeña escena al otro lado de la calle. Dos chicos grandes y fuertes estaban metiéndose con otro. Éste podía tener la estatura de Jack.  Alarmada me acerqué a observar con cuidado.
-Ni se te ocurra volver, ni se te ocurra-amenazaba uno de ellos empujando al chico.
Éste hizo ademán de levantarse, pero el otro lo volvió a empujar hacia el suelo. Lo miré completamente sorprendida, y a la vez indignada. Tuve algo de miedo, pero salté a la escena con el objetivo de defenderle.
-¿Queréis dejar al chico tranquilo?
Los chicos se echaron algo para atrás, cuando vieron el entusiasmo que le había puesto a mi entrada. Me miraron como si fuera una piedra insignificante y me dieron un empujón. Me caí al lado del chico, dándome en la cabeza con una papelera de hierro. Sentí como la cabeza me daba vueltas, y un profundo malestar. Me dolía mucho la cabeza, pero la rabia que me entró en esos instantes pudo conmigo.
-¿Qué hacéis? ¿Cómo os atrevéis?
-Pero mira la niña, aún quiere guerra-se rió uno de los chicos señalándome.
Me limpié las rodillas mientras me levantaba, y me interpuse entre el chico y ellos. Éste intentó decirme algo, pero los chicos hablaron antes.
-Hoy, porque está tu novia, enano de mierda-insultó uno de ellos.
Los dos se fueron a paso lento, dejándonos a los dos en medio de la calle solitaria. Me apresuré a ayudar al chico, cuando me dio un mareo.
-Vaya, ¿Estás bien?-me preguntó el chico sosteniéndome-no hacía falta que me defendieras. Te he metido a ti en problemas. Joder, ¡estás sangrando!
Me reí débilmente.
-Si te hubiera dejado solo, ¿qué sentido tendría mi vida?-le respondí.
Le observé misteriosa un instante. Era rubio, y un poco más alto que yo. Tenía varios raspones en la cara, pero nada importante. En cambio, a mí, me había empezado a correr de la herida de la cabeza, algo de sangre.
-Hombre-dijo riéndose-tampoco es para eso…
Sonreí débilmente. Un humano no podía entenderlo. Un humano no podía comprender que yo solo existía para proteger y amar a alguien. A mi protegido. Sin eso, yo no era nadie. De repente me mordí el labio arrepentida. Mi protegido era Jack. Yo tenía el deber de cuidarle y protegerle. Entonces noté como me limpiaba la cara de sangre con la manga de su abrigo.
-Lo siento, de verdad-dijo él.
-¿Por qué te querían pegar?
-Cuestión de territorio, ya sabes-se limitó a decir él.
Asentí como si supiera de lo que me estaba hablando. Era una persona muy amable.
-Mierda, no hay manera de parar esto-dijo mientras mantenía su manga en mi frente.
-No te preocupes-le dije.
-Nada-insistió él-ven a mi casa; allí tengo vendas y puedo curarte.
Asentí muy poco convencida y le seguí.
-¿Cómo te llamas?-me preguntó.
-Arya-respondí.
-Vaya, curioso nombre-dijo él- pero bonito-añadió.-Yo soy Daniel.
-Encantada.-dije sonriendo.
-Guau, eres algo rara ¿sabes?-me dijo él.
-¿Por qué?-dije poniendo una mueca.
-No sé, no eres como las demás chicas, que están todo el día fijándose en el físico, y esas cosas-dijo-nada olvídalo, es una estupidez.
-No sabía que las chicas de hoy en día se fijaran solo en esas cosas-dije.
Él me sonrió con calidez.Me llevó a su casa. Era un tercer piso. El pasillo estaba lleno de plantas. Me invitó a pasar. Sabía que no debía fiarme de desconocidos, pero mi instinto de ángel me hacía fiarme de él.
-Oye, ¿no deberías estar en el colegio o en el instituto?-pregunté.
-Pero si hoy es sábado.-me dijo él.
-¿Sábado?-exclamé asustada.
Era sábado. Entonces Jack no había ido al colegio. Ah. Rechiné los dientes con rabia. No había querido que yo estuviera a su lado, y se me ocurrían un montón de sitios a los que podía haber ido.  Lentamente me di cuenta de que era muy fácil engañarme. Intenté calmarme y observé como cogía vendas de una caja metálica.
-Vaya, perdona, no me había dado ni cuenta.-dije.
Empezó a limpiarme la herida con cuidado. Estuvimos largo tiempo hablando. Eran sobre las dos cuando me tuve que ir. El tiempo se me había pasado volando.
-Oye,-me dijo cuando estaba saliendo-¿quieres quedar esta tarde?
-Claro,-dije-pero no tengo teléfono. ¿Quedamos a las seis en el parque de abajo?
-Sí-dijo él mirándome.
Sonreí, y me fui caminando.  Entonces pensé en Jack. Me llenó un sentimiento de impotencia, pero lo ignoré todo lo que pude. Aunque, fue peor, cuando en mitad de la calle le vi. Estaba sentado en un banco, y se reía con esa chica, con Eva. Hinchada de dolor y sintiéndome engañada, en vez de tirar por otro camino, pasé por ahí, delante suya, con la cabeza gacha, pero pisando fuerte. Él me miró y abrió mucho los ojos. Gritó mi nombre. Yo hice oídos sordos.

martes, 9 de noviembre de 2010

5. Sola

Peiné mis rubios cabellos sentada en una nube, y con cara de mala uva. No podía creer que hubieran cogido a Arya para cuidar del hijo del Señor. ¡Ni si quiera sabía cuidar de sí misma! Era una niñata despreocupada y torpe. Empecé a llorar de impotencia, rabia… y envidia.  Encima Gabriel también se había ido con ella, y me habían dejado sola con la tonta de Sol, la mejor amiga de la tonta de mi hermana.
-No llores, Satya, volverás a ver a tu hermana…
“Maldita ingenua”, pensé deseando clavarle las uñas.
-Es que la voy a echar mucho de menos-musité sacando convirtiéndome en al mejor actriz.
-La volverás a ver. Además a ambas nos van a destinar a la tierra. De todas maneras, puedes comunicarte con tu colgante, ¿n0?
-¿Con mi colgante?-exclamé cogiéndolo.
Una luna dorada y una estrella plateada. El símbolo que se le daba a todas las gemelas ángeles. Se nos consideraba un preciado regalo. Las leyendas decían que los gemelas juntas tenían más poder que un ejército de querubines. Se nos tenía en gran aprecio y consideración, como si fuéramos una bendición. Miré con desprecio la sombra de mi colgante sobre las nubes. En cuanto empecé a odiar a mi hermana, el colgante había perdido todo su poder, y se había convertido en una inútil pieza redonda de plata.
-Claro, Sol, no lo había pensado-dije molesta.
-Sí que es yo soy… ¿qué haríais sin mí?-exclamó ella sonriendo.
-Me moriría-dije con toda la ironía que una frase podía contener.
Fue un alivio que la chica fuera algo tonta, y no captó el tono burlón con el que se había tornado mi voz. Seguí peinando mis cabellos, mirándome en el espejo del charco de mis lágrimas.
-Creo que ya es hora de que nos vayamos. Van a designarnos un humano.
-Voy a quedarme aquí un rato…-dije con un suspiro.
Ella se encogió de hombros y desapareció volando. Yo me bajé con dificultad de la nube e hice un círculo en el charco de lágrimas con la punta de mi dedo. En las lágrimas surgió una imagen. Era una calle, y dos personas cogidas de la mano. Introduje más el dedo en el charco, y la imagen de amplió. Mi hermana agarraba la mano del hijo del Señor. Mis ojos se desorbitaron de furia. ¿Qué pasaba con ella? ¿Es que encima iba hasta a enamorar al pobre chico? Hice rechinar los dientes. Entonces oí una voz grave.  “Por favor, Satya del Círculo Celestial, ven a la sala de la bajada” Musité una maldición, muy mal vista en el cielo, y seguí mirando en el charco. La siguiente imagen que apareció fue la del hijo del señor arropando a Arya. Con una mano borré la imagen y eché a volar en dirección a la voz. No podía evitar sentirme irritada, enfadada… y sola. Pero ella no lo estaba, y la envidiaba tanto… ¿por qué me había dejado sola? Aunque la odiase… la quería a la vez. En ese momento juré que mi hermana… se convertiría en un ángel caído, y sería expulsada del cielo. Y para conseguirlo haría lo que fuera.

Mis dibujos; Arya y Satya

lunes, 8 de noviembre de 2010

4. Amistad


-¿Qué tal te ha ido?-le pregunté cuando entró.
-Fatal. Las humanas no dejaban de mirarme y me han perseguido todo el tiempo. Encima ya me han puesto exámenes, y cuando le he preguntado que qué eran, la profesora se ha reído en mi cara.
-Se supone que eso deberías haberlo aprendido en el cielo-le regañé.
-Mira que eres mandona, te pareces al Superior Rafael.
-Bueno, venga, que ya he hecho la comida…
Vivíamos en un piso, en la calle Amatista, portal 3, piso… sin número. ¿Qué por qué un piso así? Porque no existe. Lo creó el superior para que viviéramos en él. Es el piso entre el 7 y el 8. Está en un intervalo espacio temporal. Algo complicado de entender. Cuando salíamos del piso acabábamos directamente en el portal. Para entrar metíamos nuestra llave especial, y aparecíamos en el piso. Guay, ¿eh? Por la mañana, mientras Jack estaba en el colegio, me dediqué a observar la ciudad y los comportamientos de los humanos. Eran gente extraña, pero tal como la describían esos viejos libros de la academia. Me compré un libro de cocina con algo de dinero que me dejó Gabriel para mantenernos los dos, y por la mañana empecé a cocinar. Yo nunca había comido; pues como ángel, no necesitaba comer, prescindía de esa necesidad humana. Gabriel también estaba incómodo por ello. Y también molesto por tener que comer migas, que no le llenaban lo suficiente y tenía que tener mucha paciencia.
-¿La comida? ¿Esa es la solución a este dolor que siento en el estómago?
-Creo que sí-le respondí con una sonrisa.
-Hoy estás más dulce y cariñosa que ayer-observó mientras se sentaba en la mesa.
-Será que estoy de mejor humor-dije con un suspiro.
“Umm, no sé si esto será comestible, pero huele bien”, pensé.
-Sí, pero tienen un color… y están muy delgaditos…-dijo Jack dándole vueltas a los fideos en el plato.
-Tengo que encontrar una manera de poner una barrera en mi mente.-me quejé mientras bebía algo de agua.
-Y yo en la mía-dijo él burlón.
-Sí, pero yo soy educada y no escucho nada de lo que piensas al contrario que tú.
Cuando terminé recogí los platos y me dispuse a lavarlos. Esto era una tarea humana bastante  desagradable. Además de que eran algo más frágiles de lo que pensaba, y se rompió uno. Estiré el dedo, y dándole un giro los trozos rotos se juntaron.
-Bien, parece que aún puedo usar mi poder.-dije sonriendo.
-Yo puedo hacer milagros-presumió Jack.- ¿Qué puedes hacer tú contra eso?
-Olvidas que soy tu ángel protector y tu “profesora”. Puedo mandarte muchos deberes si quiero.
-Hoy he aprendido que las palabras deberes y estudiar, están malditas.
Solté una carcajada y me apresuré a abrir el libro de cómo convertirse en Dios.  Pasé las hojas con interés, y de repente me di cuenta de que el resto del libro estaba en blanco. Lo agité con impaciencia, como si esperara que las letras cayeran de las páginas.
-No te esfuerces-comentó Gabriel volando hacia mi hombro-hasta que Jack no aprenda la primera lección, no aparecerá la segunda lección.
Suspiré. Era un libro curioso.
-Vamos a estudiar pues-dije con cansancio.
Jack se sentó en frente de mí en la cama y empecé a leer el título de la lección.
-Amistad: vínculo de afecto y cariño entre dos personas-leí.
-¿Cómo nosotros?-preguntó interrumpiéndome Jack.
-Supongo…-dije dudosa. -Ejercicio; encuentra a una persona y haz muestra de este sentimiento.
Jack se me quedó mirando pensativo.
-¿Quieres que salga a la calle a buscar a alguien? ¿No vales tú?
-Yo misma, no tenemos por qué salir.
De repente me encontré con otro dilema. ¿Cómo podíamos expresar ese sentimiento? Empecé a enfadarme. ¿Era su profesora y no era capaz de resolver ni los ejercicios del libro?
-Bueno, supongo que la amistad… es un sentimiento en el que dos o más personas se aceptan y colaboran juntos para alargar esa relación.-dijo Jack algo inseguro.
-Sí-dije consiguiendo hacerme sacar una sonrisa.
Entonces la frase del ejercicio de iluminó, como si de alguna manera, se hubiera completado.
-Desde el principio pensé que serías un alumno difícil, pero puede que las apariencias engañen…-dije sonriendo con felicidad.
Él me respondió con una bella sonrisa. Entonces sentí un cosquilleo en el estómago que no supe interpretar, pero que me hizo sentir desdichada y triste, y a la vez enérgica y alegre. Borré mi sonrisa y fijé la vista en la colcha.
-Pasemos a la siguiente página…-dije.
Leí un texto sobre el compañerismo y contestó oralmente los ejercicios. Cuando llegamos a la última hoja, en el último ejercicio, había una estrella de ocho puntas dibujada, y ponía:
41) Conoce a alguien y establece una relación de principios de amistad con esa persona.
Nos quedamos parados, releyendo la frase.
-Tienes que conocer a alguien.-dije absorta.
-¿Tengo que salir?
-Iré contigo, pero lejos de ti. Tienes  que hacer esto solo. Ve. Sabes que te protegeré y no dejaré que te pase nada-le prometí.
Jack se levantó y salí con él. En la calle ya había empezado a refrescar, y podía ver a la gente pasar, sumergida en sus gruesos abrigos y bufandas. Cogí la mano de Jack, y fuimos agarrados, mientras caminábamos. Su mano estaba cálida. En el fondo me sentí bien y afortunada. De repente me acordé de que podía leer mis pensamientos.
“Tu mano también es cálida, y tus ojos, acogedores”, pensó él.
El mismo cosquilleo me recorrió desde la punta de los pies hasta el corazón. Se la apreté fuerte.
“Mi señor”, pensé con respeto.
“Arya”, pensó él.
De repente pensé que él no me llamaba como llamaría a su profesora, sino como a su compañera, como su ángel. En vez de ser una Aritmi por elección, era simplemente su ángel. Sonreí con calidez.
Llegamos hasta una especie de parque solitario. Entonces vi a una chica columpiarse sola. Parecía que lloraba. Un sentimiento de dolor y de tristeza deambulaba en el aire. Nunca lo había sentido, y por ello me sorprendí. Le sonreí a Jack y le animé con la mirada. Él me soltó forzosamente la mano.
-Estas criaturas me dan miedo. Unas diez mil chicas como ésa me han perseguido esta mañana…-se quejó en susurros.
-Vamos-dije ignorándole.-tú puedes, mi señor.
Me puse la mano tras las orejas, y de repente empecé a oír más alto de lo normal. Sonreí. Mi aura de ángel estaba traspasando los límites, y ahora estaba alrededor de Jack. Me sentía como a su lado. Aún cerrando los ojos era capaz de ver a Jack y a aquella chica. Ella era muy bonita. Su pelo era envidiablemente rubio, como una vez había sido el mío. Sus ojos eran verdes, y no dejaban de derramar números y cristalinas lágrimas; que caían por sus mejillas en un enrevesado recorrido.
-¿Qué te pasa?- le preguntó Jack.
Ella alzó la cabeza y le miró confundida.
-¿Quién eres tú?
-Me llamo Jack,  y dentro de nada seré Dios.-dijo tan tranquilo.
Maldecí. ¿Qué narices estaba diciendo? Me iban a quitar el puesto si seguía abriendo la boca. “¡Idiota, no lo digas!”, pensé. El miró hacia atrás mordiéndose el labio. Me había escuchado; bien.
-Ja, ja, eso es una tontería, no puedes convertirte en Dios.-dijo riéndose y secándose las lágrimas ella.
Suspiré. Había sido un milagro que se lo hubiera tomado a broma.
-Es que quería hacerte reír-se excusó él.-pero lo de que me llamo Jack es verdad.-bueno, ¿te pasa algo?
-Pues…-musitó ella dudosa-es una cosa familiar.
Jack observó la barrera intensa que se había formado en su corazón y se mordió el labio. Iba a ser difícil. Se sentó en el columpio de al lado.
-¿Sabes? Yo ahora estoy viviendo con mi prima. Mi padre me echó de casa porque no estudiaba.-empezó a decir.
“Ten cuidado, no sea que te vaya a caer un rayo del cielo”, le avisé riéndome.
-¿Estás enfadado con él?
-No-dijo Jack columpiándose en el columpio de al lado.-sé que tiene razón, y por eso intento esforzarme cuando estudio con mi prima.
-Yo… me acabo de enfadar con mi padre. No le agrada que salga con un chico pero a mí sí.-dijo ella mirando hacia el suelo-a mí me gusta él, pero voy a tener que dejarlo.
-Yo creo que si tu padre te prohíbe estar con él, será para que estés bien, ¿no?
Ella se quedó callada y se levantó la manga. Tenía un moratón en el brazo, del tamaño de una goma de borrar. Jack se quedó helado.
-Puede ser…-dijo ella triste.
-¿Ese chico te pega?-preguntó él escandalizado.
-Alguna que otra vez.-comentó ella-pero es que le quiero…
Empezó a llorar. Jack no sabía que hacer. Entonces se puso de rodillas encima de la arena y se puso a hacer un castillo. La chica dejó de llorar y miró sorprendida, como en unos minutos, Jack hacía aparecer un castillo de arena entre sus manos.
-Vaya que bien te ha salido-dijo ella.
-Me saldría mejor si me ayudaras a hacerlo.-dijo Jack sonriendo.
Ella se agachó y empezó a formar una torre de arena a su lado. La torre se veía débil, como si el mínimo soplo de aire la pudiera hacer caer.
-Tú eres esa torre-dijo Jack haciendo una segunda torre-esta es tu padre. El castillo es él.
-No entiendo qué quieres decir-dijo ella.
-Mira-susurró él.
Con un dedo atravesó el castillo, el cual se cayó débilmente. Luego atravesó las torres, pero ninguna de ellas se cayó. Jack las juntó, he hizo una gran torre, que llegaba a pasar la altura del castillo. Ella miró el panorama un instante y luego sonrió.
-Gracias…Jack-dijo ella-sé que en fondo no es bueno para mí.
Jack sonrió y ella le abrazó.
-¿Cómo te llamas?
-Eva.
Eva se separó de él y sonrió feliz.
-Creo que iré a disculparme con mi padre, y mañana dejaré a mi novio-le anunció decidida.
-Yo te acompañaré con el corazón.
Ella sonrió y juntos convirtieron la torre en un gran castillo. Yo estuve observando, y me entraron ganas de llorar. Pero a la vez, seguía sintiendo ese cosquilleo que me dolía y satisfacía al mismo tiempo, y no podía evitar mirar de mala manera a la tal Eva. Cuando Jack volvió a mi lado yo le sonreí.
-Creo que lo has conseguido-dije mientras le mostraba  el ejercicio brillar.
Cuando pasé las páginas descubrí el segundo capítulo. Compañerismo. Sorprendida observé que los títulos de cada texto brillaban, como si ya se hubieran completado. “Soledad…compartir…cariño…” Sonreí feliz y le abracé.
-Hoy has aprendido mucho-dije satisfecha.
-Gracias, Arya-dijo él con una sonrisa como respuesta.
Juntos caminamos de la mano, por la calle, habiendo completado ya, una parte del camino, dos pasos, dos huellas…marcadas en la arena.

Pensando

Jobar, quiero tener 10 comentarios en cada capi...XD, o me ponéis 10 o como Marta, dejo de escribir... jaja, es coña. Lo que pasa es que me aburrroooo y como me aburro voy a publicaros el siguiente capítuLo!!!XD bssss wappiiisiiimasss!


Baby

jueves, 4 de noviembre de 2010

3.Gabriel

-¿Quién eres tú?-pregunté asustada.
-Me llamo Jack, pero en el cielo todos me conocen como el hijo del Señor.-dijo con ironía.
-P-Pero, el hijo del Señor era apuesto, pelo rubio brillante…-dije mirando todas sus diferencias y su ropa.
Vestía una camiseta holgada y unos pantalones anchos y negros. Como un humano. Recordé las ilustraciones de los libros, cuando estudiaba en la academia de ángeles junto a Gabriel y Satya. Eché a correr y me metí en una habitación que parecía ser el baño. Observé mi rostro en el espejo. Me horroricé. Mi pelo rubio se había tenido de un color castaño muy oscuro. Mi piel era algo más oscura. Lo único que conservaba era el color de mis ojos. ¿Eso conllevaba ser Aritmi? Me horroricé aún más.
-Vamos-me dijo el hijo del señor-eres mi Aritmi, vas a tener que acostumbrarte.
-¡Pero estoy horrible!-me quejé.
-No tanto.-dijo él-yo no he cambiado tanto.
Me quedé mirándole. ¿Eso era un cumplido?
-Bueno-dijo él dando una palmada.-aún no me has dicho tu nombre, Aritmi.
-Arya-dije observándole con desconfianza.
¿Y si era Satya gastándome una broma? ¿Y si todo era un sueño? ¿Y si al día siguiente iban a nombrar a la Aritmi real y yo me llevaría una desilusión?
-¿Por qué piensas esas cosas?-me espetó Jack.
-¿Qué? ¿Me lees los pensamientos?-exclamé.
-No, pero de alguna forma están vinculados.-dijo él sonriendo.
Suspiré. La que me había tocado. Esto no  se parecía ni un poquito a lo que pensaba. Salí de baño y cuando entré en mi cuarto vi un libro sobre mi cama que no había visto antes. Me senté sobre la colcha y leí el título.
“Cómo convertirse en Dios, Volumen I”
Lo que faltaba. Ahora era la profesora de ese chico extraño que decía ser el hijo de Dios. Una paloma con un lazo rosa entró volando por la ventana. Al principio no me sorprendí. En el cielo había millones de palomas mensajeras que volaban de un lado para otro. Y cuando comenzó a hablar tampoco.
-Hola-saludó.
-Hola, ¿quién eres?-pregunté.
-No puedo creerme que no me reconozcas, ¡estoy en misión especial!
De repente me sentí avergonzada. Conocía a pocas palomas en el cielo, y las conocía por haberme chocado con ellas mientras volaba a todo meter a entregar un mensaje o a las clases de refuerzo.
-Pues… no te reconozco.-dije sonriendo débilmente.
-¡Soy Gabriel!
-¿Gabriel?-le levanté el ala sorprendida y la sostuve en mis manos.- ¿Cuándo te convertiste en paloma? Pensé que eras un ángel… ¿o me has estado engañando todo el tiempo?
-Paso de perder el tiempo contigo-contrarrestó molesta la paloma- Mi señor…
Acto seguido inclinó la cabeza ante el chico, y éste se apresuró a levantar la mano de manera informal.
-Seré el tutor que guiará a tu ángel para que te enseñe. Parece ser que el superior no se fiaba de un ángel tan tonta como Arya.
-No soy tonta-me quejé.
-Bueno,-dijo Jack-es de noche será mejor que durmamos, mañana será otro día.
-¿Dormir? ¿En esta cama dura?
-Me pido la litera de arriba-se adelantó él subiendo por la cabeza e ignorándome soberanamente.
Suspiré. Mi vida iba a ser como un remolino. Iba a odiar a Gabriel y también al hijo de Dios, aunque no debía hacerlo. Yo no quería esta vida. No quería.
-No me odies…-susurró riéndose Jack en  la litera de arriba.
-Cállate y sal de mi cabeza-ordené tangente.
Gabriel suspiró y aleteó un poco incómoda. Estaba claro que no debía ser nada agradable convertirse en una paloma.  Si me hubiera convertido en eso en vez de Aritmi me habría tirado del cielo en un acto suicida. Por un momento me sentí agradecida por ser tan solo “una simple humana”.
-Por cierto-dijo la pequeña paloma antes de dormirse en mi almohada.-Señor, mañana tiene que ir al colegio.
-No sé que es eso, pero no suena nada bien…
-Ya sabrás de que va, seguro que te gusta cuando lo pruebes.
-¿Hay que estudiar?
-Sí.
-Entonces no me va  a gustar…

martes, 2 de noviembre de 2010

2.Quién nunca imaginé

Me sentí una mota insignificante en aquella sala. Era inmensamente grande. Tenía una forma circular, y había filas y filas de asientos ocupados por ángeles, arcángeles y principados. Había una enorme cúpula de cristal que mostraba el hermoso y brillante cielo azul en todo su esplendor. Rayos de luz cruzaban el lugar, iluminando cada rincón. Observé maravillada, un altar rodeado de flores y un trono dorado. Estaba ocupado por un muchacho joven que miraba con cara de aburrimiento a la gran población del cielo. ¿Podría ser él el hijo de Dios? Me era prohibido dudarlo, y aún así… Caminé y me senté en el asiento más cercano. Satya se sentó a mi derecha, y a mi izquierda se acomodó Gabriel.
-Preferiría que el hijo de Dios fuera una chica-comentó.
-¡Gabriel!-le reñí-¿cómo dices esas cosas?
-Ah, no sé-dijo él mirándome-como tú no estás disponible…
Enrojecí.
-Para ti ni de broma rompe-corazones-espeté.
-No sé cuando hablará el Superior Rafael.-comentó Satya interrumpiendo nuestra pelea.-pero esto promete para horas y horas.
-Cuando terminen de examinarse los últimos, empezará.
-Ah, bueno, entonces…-suspiré-esto va para rato.

Estuvimos charlando, riéndonos… por algún motivo, mi gemela miraba hacia la cúpula con la mirada perdida. Prefería no molestarla, pues en algunas ocasiones tenía la sensación de que me detestaba.
-Queridos presentes-una voz me despertó.
El querubín Rafael, nuestro superior había empezado a hablar. El muchacho seguía con su cara de aburrido sentado en el trono. Debía de admitir que a pesar de parecer muy “pasota”, característica de los jóvenes humanos, era hermoso. Su pelo rubio caía en débiles rizos y tenía los ojos del color de la caoba.  Llevaba una túnica blanca y dorada, que brillaba tanto como los mismísimos rayos del sol. Me descubrí abobada ante la gloria del hijo del Señor. El querubín seguía hablando y hablando. Entonces su últimas palabras me desconcertaron y me hicieron volver bruscamente a la realidad.
-La elección del Señor me ha sorprendido, pues se trata de un ángel del que nunca imaginé,  sin embargo; es la decisión del Señor, por lo que no tengo nada que objetar. El nombre del próximo Aritmi será…
Los ángeles se miraron esperanzados. Los arcángeles y los principados se quejaban molestos y enfadados. Un simple ángel iba a ser el protector del Hijo de Dios.
-Arya.
Todos los ángeles, arcángeles y principados se giraron para mirarme. Me quedé extasiada. ¿Yo? ¿Un torpe y estúpido ángel como yo? Miré a mi hermana. Ella tenía la vista fija en el suelo. Parecía furiosa. Como si no se lo creyera. Me levanté roja de la vergüenza, y crucé las gradas con un torpe aleteo. Llegué hasta el altar, donde me presenté delante del Superior Rafael. Él me miró poco convencido, y dejó en mi cabeza una corona verde de flores blancas. Me hizo girar hacia el hijo de Dios, y yo me incliné avergonzada.  El querubín me pidió el cetro, y yo se lo di. Parecía que me estaba echando del cielo. Abandonamos el círculo celestial, y recorrimos un camino de nubes. Las paredes eran de cristal y podía ver a los pequeños ángeles aprendiendo a volar y haciendo recados de un lado a otro. El querubín caminaba al lado del hijo de Dios, que caminaba lentamente, como si no quisiera llegar a su destino. Cuando llegamos me ruboricé. Estábamos en los aposentos del señor. Tímidamente me quedé en la puerta. Con curiosidad observé  las flores que inundaban la habitación con una dulce fragancia. En el aire flotaban hojas de papel, que hacían un recorrido hasta un cajón abierto, dónde se guardaban solas.
-Bienvenida seas,  pequeña Aritmi-saludó el Señor.
-Gracias, Señor-dije inclinándome.
No podía verle, era como una nube blanca y pura, como una fragancia dulce y embriagadora, como una luz intensa y cegadora.  No podía verle, pero podía sentir como me sonreía y me acogía.
-Espero que seas capa de cuidar y enseñar las costumbres de los humanos a mi hijo, pequeña Arya.
Tenía ganas de preguntarle por qué había escogido a un ángel tan inútil como yo, pero me contuve. Ya era un honor para un ángel estar ante su presencia.
-Ya lo sabrás-susurró de repente.
Me quedé estupefacta.
-Cerrad los ojos.
Vi como su hijo los cerraba. Parecía un príncipe. Cerré los ojos yo también, y me dejé acariciar por una suave sensación de vértigo. De repente sentí un viento muy fuerte, y me golpeé la espalda con algo que parecía una nube bastante dura.
-¡Ay!-exclamé.
Me asusté. No era mi voz.  No era mi voz dulce, clara y cantarina, sino una voz femenina y algo más grave.  Me miré las manos. Ya no eran tan blancas. Eran un pelín morenas. Luego observé dónde estaba. Era una habitación con poca claridad. Estaba tumbada en una cama. Observé asustada que el techo estaba muy cerca. Bajé por una escalera hasta el suelo. Parecía una litera. De repente vi a un chico de ojos azules y pelo rubio oscuro. Levantó la mano y yo retrocedí asustada.
-Hola, Aritmi.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Contenta y Feliz

Por fin tengo 40 seguis en el Diario de Baby y 24 en Te Quiero. Ah, y 7 en el otro. Y cuando me he conectado e visto mogollón de comentsss asi que estoy feliz. Mañana publico el 2ª capi esssQ esty de exámenes y va un poco difícil la cosa. Bueno, estoy súper feliz, hoy no e podido meter en ningún blog, pero en cuanto pueda me meteré en los que me habéis puesto ok???Besos a todas, okm.

Bss...

Baby