sábado, 15 de enero de 2011

10. La fiesta

Abril estuvo arrastrándome la mitad del camino, y Sam se esforzaba en tirarme del otro brazo.
-Vamos-me apremió Sam-no puedes estar así dos días seguidos. Libérate, olvídate de ese hombre.
Sí. Lo sabía. Ayer empecé a contárselo todo a las dos, como una película a cámara rápida, o como si me hubieran dado algo para que vomitara todo lo que había vivido hasta ahora. Ahora en verdad me arrepentía. Ellas me habían entendido. Abril me había obligado a quedarme a dormir en su casa junto con Sam. Me froté las sienes con malestar. Aún me venían imágenes de una chica de pelo castaño con todo el maquillaje echado a perder delante de un espejo. Casi ni salimos. Por mi culpa. Bostecé. No me sentía muy culpable. Entonces tuvimos la mala suerte, de al cruzar la calle toparnos con el primo de Abril e Ismael. A penas levanté cabeza. Lo que menos me apetecía era encontrarme con ese idiota, aunque debía de admitir que tampoco es que me importase mucho hablar de algo con Ismael. No. Estaba demasiado jodida como para eso.
-Hola chicas-saludó Víctor sonriente-hola Carla.
-Hola-respondí secamente sin mirarle si quiera.
Ismael me sonrió pero no le respondí.
-Hoy celebro una fiesta, habrá de todo-dijo sin quitar esa puñetera sonrisa torcida de la cara- ¿venís?
-¡Claro!-exclamó Abril emocionada-Chicas una fiesta…
-Yo paso-dije cortante- me voy adelantando.
Sin mirar a ninguno de ellos a la cara me apresuré a marcharme. Ninguno dijo nada, y de algún modo lo agradecí. No me apetecía que me dieran de murga, aunque sabía que Abril lo haría. Y acabaría yendo a esa maldita fiesta, igual que todas aquellas veces en las que había dicho “no” y había acabado diciendo “sí”.
Legué a clase y tiré de mala manera la cartera al lado de la mesa. Me senté en silla y enterré el rostro en los brazos hasta que vino el profesor y el resto de la clase. A pesar de sentirme un poco mejor que ayer, seguía sintiéndome vacía y traicionada. Como un estúpido muñeco hinchable enfundado en unos pitillos estrechos que ya había usado ayer. Sí. Ayer me quedé en casa de Sam sin ni si quiera avisar a mi madre. ¿Para qué? Seguro que se habían ido de cena y habrían acabado besándose en el portal de mi casa. Ese estúpido profesor la había seducido. Me estaba robando a mi madre. Y encima, estaba enamorándola… ¿es que no podía entender…? ¿Es que no se acordaba de lo que aquél estúpido le hizo? Apreté los puños y contuve con fuerza las lágrimas. No. No quería llorar. No quería mostrar debilidad… ante nadie. No levanté la cabeza en un buen rato, hasta que alguien me acarició lentamente el brazo. Quería saber quién era que me estaba tocando con tanto cariño. Pero ya lo sabía. Y no quería mirarle. Todos los días, y cada minuto de mi vida tenía que recordarme que él y yo sólo somos amigos.
-¿Estás bien, Carla?-me preguntó Ismael.
Levanté los ojos y miré como estaba sentado en una silla al revés, y me miraba con mirada inocente. Inconscientemente recordé el momento en el que me besó. Si mi madre podía salir con mi profesor de matemáticas… ¿por qué no podía salir yo con Ismael?  Moví la cabeza de un lado a otro y volví a enterrar mi cara entre mis brazos. Porque no me gusta. Entiéndelo, Carla. A ti no te gusta él. Es solo atracción, un estúpido capricho de tu corazón.  Solo es un amigo, no sientes nada por él, ni significa nada más para ti… solo es una de las diez mil agujas de los segundos que mueve tu corazón. Además, ¿quién habló de amor? EL amor no EXISTE.
-Perdóname, Ismael, no tengo ganas de hablar.
Dicho esto, me levanté con rapidez,  escondiendo los mil millones de pensamientos, que tan sólo había tenido en un segundo; en el momento en el que sus ojos preocupados se habían topado con los míos; vacíos, inexistentes, perdidos. Unos ojos que escondían un alma oscura, retorcida y egoísta.


-Vamos tía, mírate al espejo, estás preciosa. Nada comparado con lo que tu ayer llamabas belleza…
Observé al yo del espejo. Al yo que no era yo, sino una envoltura de plástico, un muñeco hinchable, sólo que en vez de enfundada en unos pitillos, en una falda vaquera que Abril me había prestado y que yo en la vida me habría puesto (cuestión de principios). En la parte superior una camiseta negra con una tiranta fina y otra gruesa, caída por el hombro, y una chaqueta.
-He encontrado una ropa de mi armario que se acerca mucho a tu estilo, sólo que algo menos monótono; ya me entiendes-dijo Abril señalando mis pitillos tirados en el suelo.
-Los tengo en cuatro gamas de azules y en negro-dije con la voz apagada-me gustan.
Abril suspiró como si no tuviera remedio. Observé como Sam miraba con curiosidad uno de los libros que tenía Abril en la estantería.
-Guau, “Rosas”-susurró Sam acariciando la portada- de Maribel Danubio Cádiz.
La miré inconscientemente. Abril suspiró de nuevo.
-Me lo regaló Carla. Cuando me lo prestó me gustó tanto que me lo dio.
Seguí mirando mi reflejo en el espejo. Estaba claro que la coleta al lado no me quedaba con la ropa. Mejor el pelo suelto. Le saqué la lengua a mi reflejo sin un atisbo de humor. Vaya manera de perder el tiempo frente a un espejo. Volvió a mi mente, una portada de un libro; miles de rosas rojas que se cruzan, y debajo, con una letra alargada, el título.
-Puedo dejarte un ejemplar cuando quieras-le dije-tengo muchos. Mi madre compra varios cada vez que publica un libro.
-¿Para qué compra tantas veces un libro?
-En realidad le sale rentable.-dije yo.
-¿Rentable?
-Sam-dijo Abril algo aburrida- la escritora es su madre.
-¿Qué? ¿Es tu madre? ¿En serio?
Me rasqué la cabeza incómoda. Me solté el pelo frente a mi reflejo y le dejé la goma encima de la mesilla a Abril.
-Sam, hablemos mañana de eso. Hoy me apetece desconectar…-le pedí.
-Claro-dijo ella con la emoción contenida.
Salimos de la casa de Abril. Casi me sentía culpable por todo lo que estaba haciendo por mí. Dejarme su ropa, estar en su casa… y todo por el egoísmo de que no querer volver a la mía. Miré mi móvil. Doce llamadas perdidas de mi hermano. Ninguna de mi madre. Aún recuerdo cuando hablé con ella la otra noche. Fue un “hola, siento haberme ido así mamá. Me quedo a dormir en casa de Abril, adiós…” “Hija, yo…” Pi. Pi. Pi. Hoy. “Mamá, hoy voy a una fiesta; volveré tarde.” “Está…” Pi. Pi. Pi. Todas desde casa de Abril. A penas la dejaba hablar, colgaba nada más entregar el mensaje. No quería hacer sufrir a mi madre, aunque sabía que lo estaba haciendo. Por ahora yo… necesitaba libertad. Desahogo. Menos ataduras.
Abril llamó. Ya desde dentro se oía la música a tope. Nos abrió el idiota de Víctor, que nos abrió la puerta medio tambaleándose. Casi me dieron ganas de echar la comida del mediodía cuando me dio dos besos y su aliento a tabaco y alcohol me invadió. Mierda. Sabía de antemano que para ellos, si no había alcohol no había fiesta. Pero no sabía que habían empezado tan pronto a beber. Recordé la última vez que fui a uno. Recuerdo como estaba entre la gente, bebiendo  un vaso lleno de coca-cola disimuladamente, haciendo como que bebía como todos los demás. Víctor nos hizo pasar. Había muchas chicas que no conocíamos, y también muchos chicos. No tardé nada en divisar a Ismael, que estaba tímidamente apoyado en la pared, mientras bebía algo que parecía fanta.
-¿Mente sana, cuerpo sano?-pregunté al pasar a su lado.
Mi gesto era inexpresivo. No había vuelto a hablar con él desde la evasiva de esta mañana. Éste me miró confuso, pero asintió. Vi como Abril se despedía de mí con la mano e iba a hablar con unas chicas. Las observé. Eran las gemelas rubias ésas que estaban en mi clase. Estaban con otra más. Me despedí con la mano de Ismael, y fui a donde estaban.
-Hola-saludé.
Las gemelas iban con una camiseta de tirantas las dos, de diferentes colores y faldas. También me fijé en la chica con la que iban, y me sorprendí. Era preciosa. Tenía el pelo rubio como los ángeles, y muy ondulado. Le caía en cascada por los hombros, por encima de un vestido blanco sin mangas muy bonito. Con los ojos azules y la piel blanca, parecía la típica inglesa.
-Hola-saludó ella con voz dulce- me llamo Victoria.
Le sonreí y le dije mi nombre. Era realmente… deslumbrante. Y envidiable. Deslum-brantemente envidiable.
-¿Cuántos años tienes?-le pregunté.
-Catorce-me dijo sonriente- ¿tú?
-Quince-dije-solo un año de diferencia.
Me caía muy bien, y sólo llevaba hablando con ella cuatro segundos. Sin embargo… algo ella me decía… no sé, era una especie de impresión, pero… me daba mal augurio. Era como si una parte de ella… me recordara a aquella hermosa niña… como un maldito y hermoso ángel que cruza mi vida de nuevo con ideal de jodérmela; aún más. “No, olvídalo”, me dije a mí misma.
Pronto la gente empezó a beber, cayó incluso Abril, que acabó dormida en un sillón.  Procuré apartarla de los demás. Sam también había bebido, y andaba haciendo el ganso para aquí y por allá. Hubo un momento en el que la vi dándose el lote con un chico moreno, pero no la molesté. Algo me decía que no le sentaría muy bien… ¿quién iba a decir que las dos moscas no fueran tan niñas como yo creía? En el fondo la única niña que no quería ni ver la bebida era yo. Aunque, claro, yo no era una niña. Sólo una chica responsable. Procuré no pensar en ello y seguí hablando con Victoria y las gemelas.
-Bea, me voy a pillar algo-le dijo Cristina (una de las gemelas) a su hermana.-Chao chicas.
Vimos como se alejaba. Bostecé. Miré la hora. Ya era tarde, la una. EL tiempo se me había pasado volando. Algunos chicos habían intentado bailar conmigo al ritmo de la patética música de fondo, pero había fingido una borrachera y me había librado por los pelos.
-¿Eres española?-le pregunté.
-Si lo dices por mi pelo,-dijo ella intuitiva-mi madre es inglesa. Vino y aquí se enamoró de un español.
-Ah-dije.
-¿Sabes?-dijo de repente-mi padre es genial. Mi madre se oponía a que viniera a esta fiesta, pero mi padre la convenció. Le dijo: “Vamos, porque la niña sea feliz”. Creo que no se da cuenta de que hace tiempo que dejé de ser una niñita.
-Ah-dije por segunda vez, esta vez fingiendo que me importaba.
Entonces Cristina se acercó corriendo a nosotras. Estaba extasiada, y cuando levantó la cabeza después de apoyarse en las rodillas y respirar entrecortadamente, exclamó:
-¡Carla! ¡Ismael se está peleando!
Me sobresalté, y salí corriendo entre la gente. En seguida divisé como Ismael miraba desafiante a un chico de pelo moreno. Un momento, ¿no era el mismo que Sam…?
-¡Tío! ¡Qué no es para tanto!-exclamó.
-¿Qué coño me habéis echado?-gritó Ismael hecho una furia.
-Es que te veíamos tan triste que pensamos que te habías quedado sin vodka imbécil-dijo el chico con superficialidad.
El moreno iba a pegarle con una sonrisa en la cara, cuando, inconscientemente salté a la escena, y con los brazos extendidos le defendí del golpe. Me impactó en la cara, y sentí como se me llenaba la boca de un líquido desagradable. Me limpié un poco y le miré. El chico parecía haberse acobardado al darme a mí por equivocación.
-¿Qué haces, imbécil?-le grité.
-Carla…-musitó.
-¡No te ralles!-gritó el chico tambaleándose.-si quieres estar con tu novio, ¿por qué no te lías con él?
La conversación de estaba yendo del todo, parecía completamente bebido. No respondí, respirando con dificultad. Entonces todo sucedió muy rápido. Varios chicos me agarraron junto con Ismael, y nos metieron en un cuarto muy oscuro. Intenté rebelarme, pero cerraron la puerta con llave. Empecé a aporrearla furiosa. ¿Por qué no hacían esto? Hoy desde afuera, la voz burlona del chico.
-¡Líate con él, coño!-gritó.
-¡Eso!
La otra voz me enfureció más. Víctor. Entonces oí la voz dulce y protestante de Victoria gritándoles que me sacaran. Pero solo oí algunas risas. Entonces oí más gritos de indignación, y luego… música. Música de fondo. Más gritos. Más risas. La fiesta continuaba como si nuestra desaparición no les hubiera dolido nada. Intenté serenarme pero fui incapaz. Aunque de nada serviría seguir pagándolo con la puerta; la música estaba demasiado alta. Con rabia, le di una última patada y me dejé de caer de rodillas al suelo. No veía nada, todo estaba oscuro.
-¿Ismael?
-¿Sí?
Su voz se oía titubeante, mareosa. Con dificultad, me levanté a ver si encontraba algún interruptor de la luz. A pesar de que estuve a punto de tirar una estantería, o lo que fuera, conseguí encontrarlo, y con decisión lo pulsé. Cuando se hizo la luz observé a Ismael, sentado en el suelo, mirándome.
-L-Lo siento.-dijo él- es por mi culpa.
-No-me apresuré decir notando el breve zarandeo en el tono de su voz-¿Por qué…?
-Ese idiota me echó a-alcohol en la b-bebida-dijo él echando la cabeza hacia atrás.
Bufé. Vaya manera de decir que se había pasado bebiendo.  Me quité la chaqueta. Había empezado a hacer calor. Observé a Ismael. Llevaba unos vaqueros y unas deportivas anchas. Estaba sentado, con la espalda apoyada en unas cajas con la mirada baja. Parecía cansado.
-¿Estás bien?-le pregunté.
-Sí-dijo él bruscamente.- pero tú no, ¿Verdad?
Le miré un breve instante.
-¿Por qué no debería estarlo?-pregunté molesta.
-Quizá porque llevas dos días sin pisar tu casa.-me espetó.
-Eso a ti no te importa-reaccioné.
No respondió. Parecía triste. Miré el suelo. Estaba rodeada de cajas y el cuarto era pequeño. Tan sólo estaba a un metro de él.
-Me lo contó Abril. Pensó que yo podría hacerte cambiar de opinión.
-Pues ella se equivoca. Nadie me hará cambiar de opinión, y menos tú. De todas formas, esta noche volveré a casa.
Volvió a quedarse en silencio. Lo había menospreciado. Pero por algún motivo, no sentía ese sentimiento de culpabilidad que me azoraba cuando le insultaba con conciencia. Entonces no pude evitarlo. Era esa maldad que me consumía por dentro, el rencor, la rabia, la furia, el dolor. Empecé a llorar en silencio, sin procurar ni un mísero gemido. Él me observó sin decirme nada. Sin acercarse.
-Carla, ¿me quieres?-preguntó como si tal cosa.
No respondí.
-No logro entenderte. No sé por qué lloras. No sé nada de ti. ¿Por qué no crees en el amor? ¿Por qué no confías en mí? ¿Por qué te marchas de casa porque tu madre esté saliendo con David?
Seguí sin responder.
-¿Sabes qué?-prosiguió él con malestar- he pensado en dejarlo. Este camino es muy difícil. No sé si en verdad quiero luchar por una persona así.
El corazón me dio un vuelco. Apoyé las manos en el suelo. Nunca me había sentido tan mal. Era como si mi corazón vacío hubiera acabado por desaparecer. Y me sentía tan mareada…
-Pero no puedo-terminó él- porque sé… que tú me quieres.
-¿Cómo puedes estar seguro de eso?-pregunté intentando esconder un sollozo.
-Porque te quiero.
Me miró fijamente. Entonces me levanté y le abracé. Pero no como ese día; ese día en el que corrí por el pasillo, el dijo un discurso de cuento de hadas y me abrazó para consolarme. Este abrazo era de desesperación y deseo. Levanté al cabeza y con suavidad y paciencia, rocé sus labios con los míos, como una ligera y peligrosa provocación. Ismael sujetó mi rostro entre sus manos, y besó. Fue largo, apasionado. Tuve que separarme de él para poder respirar. En ese momento, la acción más responsable habría sido pensar. Pero mi mente estaba nublada, y ya no era mi mente la que controlaba mis actos; sino mi corazón. No intenté apartarme cuando me aprisionó en un rincón. Dejé que fuera besando lentamente mi cuello y volviera de nuevo a mis labios. Tenía mis manos alrededor de su cintura. Lentamente, noté como había dejado de ser yo. ¿Alcohol? ¿Alguien me había echado alcohol en mi bebida? Quizá Ismael decía la verdad. No había sido su intención beber. Era la primera vez en toda mi vida que sentía que era libre; ningún pensamiento ni responsabilidad me ataba con sus pesadas cadenas. Sin pensar en las consecuencias, dejé que Ismael fuera quitándome la camiseta poco a poco.

18 comentarios:

  1. Diish... xDD

    Me he quedado un poco: o.O

    Pero es muy bonito y romántico!! Me encanta!!

    Por fin dice que lo quiere!! :D

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  2. Ostras!! O.O
    Que capítulo, está genial. Al fin, Carla!! XD
    Un beso, Baby!!

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  3. QUE GUAAAAAAAAAPO jaja lo de que es pa menos 18 vale vale xD porqe te quedas WHAT! XD Esta muy buena la historiame encanta baby!!!!!!!!!!

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  4. ay me a encantado!!!! esta genial! ademas lo has descrito super bien :)
    por fin a reconocido q lo quiere bien!!!
    estoy deseando leer mas, no tardes porfa!!
    1Bso (L)

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  5. Wuau! A estado GENIAL, por fin Carla admite que se a enamorado de Ismael!!!
    Y que fuerte el final del capitulo :O
    pero me a encantadoo

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  6. Que pasada de historia!! Carla se esta volviendo malota, eh? XD Bueno que me encanta y que ya estoy deseando de que llegue el proximo capitulo!

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  7. me he kedado como todas...*____*!!!!!
    eso kiere decir ke son novios, no? jajaj
    ME HA ENCANTADO!! ;) :D

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  8. Esta bonito el capi esta muy romanticon!!!
    pero es pero que al final no lo hagan en el armario eso seria muy depromente
    Besos

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  9. Jaja, gracias chicas, laura me as kedado a cuadros:)jaj

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  10. Oye Baby, una cuestión, no lo harán verdad?
    xDD

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  11. ah nose, preguntaselo a ellos...xd

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  12. Baby! Me encanta esta historiaaaaaaaaaaaaaaa!! No me habia pasado por aqui nunca pero te sigo y dios mio me encanta me encanta ME ENCANTAA tu hitoria!!!!He dicho que me encanta? xD Por si acao: ME ENCANTA! Lo del padre de Carla, es la misma historia que le paso a mi amiga con su padre.. solo que ella no se entristece por eso y a veces se ven y tal. Los caps 5 y 6 son geniales Baby si es que de verdad como escribes chica...

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  13. BABY!!!!!!

    LO HARAN? AY POR DIOS XDD

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  14. gracias vainillaycoco!!! y straw q es broma q noo!

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  15. aaaaaaaah, que sustooo dios xDD

    Hoy publicas? Como saldrán de ese sitio? Como acabaran? Diooos las preguntas me acosan xd

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  16. o.O pero tienen k paraaaar!! estan en un armario en medio de un monton de genteeee!! hay dios... por otra parte quiero que pase algo (no, no soy una pervertida) XD hay k interesanteee jajaja Tk BsS

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  17. OMG! van a parar o qué? Dios! quiero saber que pasa!!
    Perdon pordemorar tanto en comentar xD
    Girl

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  18. uau! aver qe va a pasaar e baby....! jaja xD es broma! se qe los pararas... o noo?

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