jueves, 23 de septiembre de 2010

3. Adiós papá...

Entré en casa. Llevaba la carta en mis manos. Me pesaba como una tonelada, y tenía muy pocas ganas de dársela a mi padre. ¿Y si la abría sin que él…? ¡No!!! Sele, fuera pensamientos obtusos. Arrastrando los pies llegué al salón. Mi padre estaba viendo un debate político en la tele y ni si quiera se constó cuando entré.
-Papá-le llamé-un chico me ha dado una carta para ti.
-¿Una carta?-se extrañó sin apartar la mirada de la pantalla y tendíendome la mano.
-Sí-respondí.
-Oye, no te habrás…
-No papá.
-Ni habrás…
-Tampoco, papá-dije molesta.
Miró el sobre con desconfianza, y extrajo una hoja de papel.  Sonrió y luego miró la carta por detrás.
-Vaya, qué bien. Es de mi buen amigo Jairo.
-¿Jairo?
-Sí. Un compañero de la facultad-dijo él leyendo la carta.
-¿Y por qué Miguel tenía esa carta para ti?-pregunté de manera inconsciente.
-¿Miguel? ¿Su hijo?
-S-Su h-hijo… ¿SU HIJO?-exclamé.
-Sí, va a tu instituto. Vive en la otra parte de la ciudad. Él me presentó a tu madre.
-¿A mamá?
-Sí.-suspiró- también estuvo el día de su funeral.
-No lo vi-dije oscureciendo la mirada.
-Estaba entre la gente. Se me acercó justo después de que te fuiste.
El funeral de mi madre fue hace aproximadamente tres meses. Un hombre borracho la atropelló con el coche. Sentí como si un cubo de agua fría se me hubiera caído encima cuando la nombró.
-Creo que me voy a mi cuarto-dije con la mirada perdida.
-Selena…
Subí las escaleras de dos en dos, y cuando estuve en mi cuarto me tiré en plancha en la cama. Encima de la mesilla descansaba una foto de mi madre con el cuadro enmarcado. Mi madre era actriz. Cuando murió, no sólo fue un martirio para mí, sino para miles de personas en todo el mundo. En el instituto estuvieron casi un mes hablando de ello, y fue para mí… horrible. Empecé a notar cómo se me humedecía el rostro, pero estado sola, no me importaba.
-Mamá-musité ahogándome en lágrimas.
Cogí la foto y acaricié el cristal. Estaba sentada en el porche de casa, sonriéndome, a mí, a su hija.  De repente llamaron a la puerta.
-¿Hija? Tengo que decirte una cosa.
Suspiré. Adoraba a mi padre. Siempre me daba tiempo para que me limpiara las lágrimas, para no verme llorar, o la cara llena de churretes. Él eludía todo lo que tenía que ver con mi madre. Había donado todos sus vestidos, sus zapatos, sus cosas… incluso había guardado en el desván todas sus fotos.
Me limpié la cara, y preparé delante del espejo la sonrisa más hermosa que se podía poner después de haber llorado; una mueca torcida.
-Pasa.-dije disgustada conmigo misma.
-Hola-dijo sonriendo y sentándose en la cama, a mi lado.
-¿Qué querías?-pregunté.
-Verás, te acuerdas de la carta, ¿no?
-Ajá.
-Dentro de unos días voy a tener que irme de viaje por mi trabajo. Es un lugar que está muy lejos. Por eso, un amigo mío, Jairo se ha ofrecido a que te quedes en su casa. La tía Anis no puede cuidar de ti, así que…
-¿Dónde vas, papá?
-Muy lejos, cariño.
-Dímelo-le exigí con dureza.
-Nueva York-dijo.
-¡Papá!-exclamé dolida.-¿Por cuánto tiempo?
-M-Me…
-Papá.
-Medio.
-¿Medio qué?
-Medio año, cariño.
-No puedo creerlo, papá-dije llorando y esta vez sin importarme si él estaba delante o no.
-Cariño, no es nada de tiempo, además estarás con Miguel. Él te cuidará.
-¿M-Miguel?-balbuceé secándome las lágrimas.
-Sí, seguro que es un chico muy simpático.-dijo él intentando salvar la situación.
-¿Tendré que vivir con él?-exclamé entre enfadada, perdida y… no sé como explicar esa sensación que me vino después.
-Sí, pero…
-¡Vale!-salté poniendo cara de feliz.-no te preocupes papá. Tan poco es para tanto.
-Ay, no me lo puedo creer-saltó él- hace nada estabas llorando porque me iba, y, ¿ya se te ha pasado?
-Sí, creo que sí-dije poniéndome de pie.
-Que pronto te olvidas de tu querido padre, le que te quiere tanto, el que se va tan lejos y por tanto tiempo…
-Papá no dramatices-dije yo la mar de contenta.
¿Quién habría dicho que surgiría una oportunidad tan buena como esta? Suspiré y empecé a bailar en mi habitación, ignorando la presencia de mi padre.
-Mi niña se hace tan mayor…-dijo fingiendo que lloraba-si cuando vuelva te has echado novio da por hecho que acabaré con su vida…
-Adiós, papá…
-¡Lo haré!!!-prometió mientras le echaba de mi cuarto.
-Ya, ya-dije yo cerrando la puerta.
La verdad es que estaba muy feliz… y a la vez muy triste. Nuevas lágrimas corrieron por mis mejillas. ¿Es que nunca iba a poder dejar de llorar? Le iba a echar mucho de menos. Empecé a llorar en silencio. Volví a sostener la foto de mi madre y lo oprimí en mi pecho.
-Ayúdame, mamá. Ayúdame a decirle adiós… porque no puedo…
Ahogada en lágrimas, cerré los ojos. Seguramente me acabaría durmiendo, y pensé que quizá era lo mejor. Sumergirme en el perdido mundo de los sueños y olvidarme de todo. Olvidarme de Miguel y de todos mis problemas.
-Adiós, papá-musité antes de dejar el mundo para entrar en el otro.


1 comentario:

  1. Ke suerte lo de la casa de Miguel y ke mala suerte por lo de su padre xD

    ResponderEliminar