domingo, 11 de septiembre de 2011

9. Celia

Han pasado varios días. Alonso siempre me busca y claro, siempre me encuentra. Me  pilla, me sonríe y me habla. Se pasa diez minutos hablando conmigo y luego se va con sus amigos. Y aunque sólo sean seiscientos segundos, bua, es como… no sé ni explicarlo. Es como una satisfacción que me llena y me completa. Es un amigo. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así. Casi no recuerdo la última vez que tuve. Y es que tuve. Tuve una amiga. Se llamaba Clara. Era mi vecina y nos llevábamos genial. ¿Qué pasó? Que mi madre se fue y se desmoronó mi mundo. Y bueno, ahora, Clara no era una niña mona con un lacito en la cabeza. Digamos que los pendientes ya no sólo los tiene en las orejas…

Ella estaba en una esquina. Irónico. En el mismo callejón en el que pillé a Alonso besando a su novia pelirroja. Él que iba a mi lado no pudo evitar rascarse la cabeza. Ella había estado haciendo lo mismo con un chico alto y rubio que no era para nada Greg.
-¡Rosie!-exclamó separándose y engulléndome en un abrazo.
No luché para escapar, ni si quiera me molesté en corregirle mi nombre. Total, para ella ya era Rosie… nada iba a cambiar.
-Rompí con Greg-me anunció al verme parada, ahí, y analizando al chaval.- total… bueno, ya te lo conté ¿no? No me creíste…
-No, no te creí.-dije con una mirada seria.
-Ya lo notarás por ti misma.-dijo ella con la misma sonrisa, como si no le importaran mis miradas algo despectivas.- es un chico genial, ¿Sabes? Se hace el duro pero es más blando que la plastilina. Espero quedar contigo algún día, ¿sí? Me voy, chao, ¡te quiero!
Dicho esto me apretujó una vez más y salió dando trotes hacia su chico, con el que se fue.
-Parecía una charla telefónica.-comentó Alonso riéndose.- ¿hablaba de tu hermanastro?
-Sí. Oye, ¿no se pondrá celosa tu novia? Al fin y al cabo soy una chica, no tienes por qué…
-Mi novia es comprensiva. Es una de las partes de ser adulta.
-Me gustaría ser como tu novia. Me gustaría entender a esa chica.-susurré casi para mí misma.
-Oye, ¿por qué no vienes esta tarde a mi casa? Te presentaré a mi prima. Es de nuestra a edad y acaba de mudarse aquí. Seguramente venga a nuestro instituto, y quién sabe, quizá a nuestra clase.
Me saltaron las alarmas como un antiincendios tras una chispa. Le miré intentando parecer calmada.
-Es que esta tarde… yo… tengo que…
-Vamos, por favor. Le he dicho que te traería.
Eso era casi como ponerme una pistola en la frente y apretar el gatillo. Intenté ignorar la mirada que me estaba poniendo pero al final afirmé y le regalé mi rendición. Él dio un brinco con los puños en alto y me alejé antes de que le tentara apretujarme como Julia.
-Eres un tío con suerte-dije enfurruñada- existen muy pocos que hayan conseguido presentarme a alguien.
Él me miró sonriente y yo reprimí responderle igual. Justo en ese momento se nos cruzó el rey de Roma por la derecha.
-Voy a casa,-exclamó mirando descaradamente a Alonso- ¿te vienes, Ronnie?
Asentí y dejé que Alonso me diera dos besos antes de girarme e ir con Greg. Éste siempre me miraba extraño cuando se encontraba conmigo e iba con él.
-¿No le tenías miedo a la sociedad o algo así?
Le miré y casi le abofeteo.
-¿Tienes algún problema?
-¿Por qué él es diferente?
-¿Por qué te importa tanto?
Se calló un instante y yo le miré sin poder evitar el brillo del triunfo en mi mirada. Él siguió caminando.
-Bueno, sólo preguntaba.
-Y yo sólo respondía.
-Pues ya está.
-Pues muy bien.
Y esa fue la última vez que habló conmigo en toda la semana.
*******************************************************************

Llamé a la puerta. Tenía en la pantalla del móvil la calle y el número de su casa. Me había mandado un mensaje con la dirección y casi me sentí extraña al recibir un mensaje. Le había respondido con un ¿A q hora? Y él con un ¿Sobre las cinco? Y yo con un ok. Casi oí a los de Vodafone gritar de alegría y felicidad al ver como gastaba saldo.
-¡Hola!-exclamó una niña en la entrada.
Tenía el pelo muy rizado y negro, recogido en una coleta alta con un lazo. Podría tener unos ocho o nueve años. La sonrisa me recordó mucho a Alonso.
-Soy Marina pero puedes llamarme Vanesa. Aunque si lo prefieres Cecilia a secas.
La miré desconcertada. Tenía el bote de pastillas en el bolsillo y aunque me había tomando una antes de salir, ya urgía tomarme otra.
-Laura haz pasar a Ronnie y déjate de tonterías.-oí la voz serena y autoritaria de Alonso al otro lado de la sala.
-¿Ronnie? ¿Qué es, un perro?-preguntó mirándome.
Vale, estaba claro que la niñita no tenía pelos en la lengua. Cualquiera habría dicho que realmente se lo estaba preguntando. Ni si quiera había puesto un cara maliciosa la decirlo. Pasé. Alonso estaba lavándose las manos en el fregadero de la cocina y había una chica sentada en la mesa. Tenía muchos rizos, igual que la supuesta Marina-Vanesa-Cecilia-Laura, y muchas pecas desperdigadas por las mejillas. Apreté el bote con fuerza en mi bolsillo. Ella me echó una ojeada y sonrió. Estaba comiéndose un sándwich de helado de nata con una cara de satisfacción, como si disfrutada enormemente de cada mordisco.
-Soy Celia-dijo sonriente tras tragarse el último bocado del helado.
-Ronnie-respondí algo cohibida mientras me recogía un mechón de pelo que me había escapado de detrás de la oreja.
Hoy me había puesto algo de mi madre. Ella era muy delgada y menuda, y me servía casi toda su ropa. Más que nada porque en su huida se había dejado medio armario. Esa tarde sabía que tenía que dar una buena impresión y dar el paso hacia delante que nunca me había atrevido a dar en el instituto, y bueno, lo había hecho.
-¿Quieres uno?-me preguntó Celia enseñándome la caja.
Negué con la cabeza y continué observándola. Esa chica era una belleza. Tenía algunos mechones pelirrojos que le caían en tirabuzones escondidos entre el pelo y unos ojos negros muy profundos. Era delgada y podría jurar que de mi altura, aunque en esos momentos estaba sentada.
-Uy. Perdona-dijo ella de repente.
Se levantó y me dio dos besos. Yo me quedé helada. Me había dejado un poco de nata en cada mejilla. Ella me miró dándose cuenta y empezó a reírse. Cualquier otra persona se habría avergonzado, pero ahí estaba ella partiéndose la caja. Alonso se giró a mirarla y me vio a mí, toda llena de nata. Me aparté un poco con el dedo y sonreí. Y luego me reí. A carcajada limpia, acompañando la risa de la chica. Él me contempló boquiabierto, extrañado. Cuando conseguí calmarme me limpié con una servilleta los restos del helado.
-Nunca… nunca te había visto reír así-dijo Alonso casi maravillado.
-Es la primera vez que me río así-dije algo sorprendida de mí misma.
-¿Bromeas? La vida está para reírse de ella-exclamó Celia.- No sé por qué, ¡pero me da a mí que tú y yo vamos a ser unas súper BFF!
No le pregunté que significaba eso, pero sonreí igualmente. Cuando se levantó pude comprobar su elegante vestuario. Llevaba unos vaqueros grises con unas botas marrones con hebillas y una blusa bey. En el cuello tenía un colgante color madera con piedrecitas brillantes incrustadas. Entonces lo entendí. Ella y yo nunca íbamos a ser amigas. Si iba a ir a mi instituto, Irene sería su mejor amiga. Aunque claro, eso, si no la llenaba de nata…


5 comentarios:

  1. me gusto mucho
    sigue asi...
    solo publica mas
    seguido porfa...
    besos

    ResponderEliminar
  2. Ay, sí, ojalá que sean amigas, que a Ronnie le hace falta convivir con gente xD :P
    Girl

    ResponderEliminar
  3. es muy maja!!
    ha hecho reir a Ronnie!!! xD me gustaría muchisimo que al final fueran amigas :)
    Bsoos

    ResponderEliminar
  4. ¡Me encantó! Me ha caído muy bien Celia.
    Publica pronto. Besos.
    Paula.

    ResponderEliminar